Feria de Bilbao
Madrid desánimos y tormentos
- Las Ventas (Madrid). 22º de la Feria de San Isidro. Se lidiaron toros de la ganadería de Adolfo Martín, y un sobrero, 5º, tris, de la divisa de Araúz de Robles, desiguales, pero deslucidos en general. Lleno en los tendidos.- Frascuelo, de malva y oro, dos pinchazos, media, descabello (silencio); dos medias estocadas, descabello, (silencio).- Rafaelillo, de nazareno y oro, pinchazo, estocada (silencio); dos pinchazos, estocada (silencio).- Javier Valverde, de nazareno y oro, pinchazo, estocada (silencio); bajonazo (silencio).
A Rafaelillo se le desvanecían los ánimos como un torrente al ver muerto ya al quinto, tris, del festejo. Su último cartucho en Madrid. Habían pasado por quinto turno un recital de toros, cada cual más flojo. Hasta dos veces asomó Trinidad, el presidente del festejo, el pañuelo verde. Para atrás el de Adolfo y para atrás también el sobrero de Sepúlveda de Yeltes. A la de tris salió el de Araúz de Robles, que no estaba mejor de lo suyo, de fuerzas, que los anteriores y sumó además el descaste como condición. Se hacía cruces Rafaelillo y por más que hizo en la muleta rozaba el milagro sacar luz de aquel túnel. Se fue demasiado largo, se complicaba el toro y apenas nada trascendía a los tendidos. Antes se las había visto con uno de la divisa titular, manso y con guasa, con el que no volvió la cara mientras esquivaba las cornadas que el toro acabó por lanzar sólo al viento. Frascuelo se llevó la ovación de Madrid antes de que empezara todo. Volvía a su plaza, en la que fue herido, por partida doble hace justo un año. Una fuerte cornada en cada pierna y un comienzo ilusionante de faena dejó Carlos Escolar en este ruedo. Sangre regada, herida eterna. Y se vestía de malva y oro para matar una corrida de Adolfo con 60 años cumplidos. Era para ovacionarle. Un gesto de afición y locura. Pero no es torero Frascuelo, fragancia pura de clase, para vérselas en estos lares y en estos tiempos. El último romántico del toreo se fue con el alma maltrecha. Apenas dibujaba verónicas de oro con su capote de seda en el cuarto cuando el toro le prendió la capa y le dejó desnudo de armas, se rompía así la magia. Se desmonteró Luis Carlos Aranda con los palos y airoso comenzó la faena Frascuelo a un toro que repetía, con mucho nervio al final del pase. Llegarían después las desconfianzas al sentir Frascuelo que nunca veía al toro metido en la muleta. Pasiones amargas. Tampoco se aclaró el torero con el que abrió plaza, de media arrancada, y quedó así rubricada su tarde. Le habían tocado los dos únicos adolfos que tuvieron algo que torear; encontronazo fatal. Cumplió en varas el tercero, pero cuando llegaron los tiempos de muleta no se definió nunca el toro, pasaba el viaje inicial, acortaba distancias en el siguiente y a la tercera, sorpresa. Valverde lo abordó con firmeza y al segundo encuentro fulminó al toro de una buena estocada. Se protestó la flojedad del sexto, dos veces perdió las manos en el caballo e inundó la faena de ellas. Lo quisieron echar para atrás, aunque este desconocido público de Madrid se empleó más y mejor en contar a gritos las banderillas que habían quedado sobre la arena. Valverde anduvo solvente. La corrida de Adolfo resultó mediocre. A una tarde del broche, San Isidro se queda muy vacío. De lo contrario, hablaríamos de milagro. Madrid, desánimos y tormentos.
Finito y El Fandi, triunfo en CórdobaAyer se celebró en Córdoba el séptimo festejo de la Feria de la Salud. Se lidiaron toros de la ganadería de La Palmosilla, desiguales de hechuras y de poco juego en general, aunque destacó el sexto de la tarde. Juan Serrano «Finito de Córdoba» cortó dos orejas en su segunda actuación aunque no quiso pasearlas. En su primera aparición había sido silenciado con un toro al que hizo una buena faena pero al que no supo matar bien.David Fandila, por su parte, se vio las caras con un gran sexto al que cortó las dos orejas. Consiguió cuajar una gran faena de muleta y además lucirse en el tercio de banderillas. Con el tercero de la tarde, un animal descastado, no pudo hacer mucho. Francisco Rivera Ordóñez, ovación y silencio. La plaza registró más de un tercio de entrada.
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