Gerona

Málaga habla catalán

La Escuela de Cine de Barcelona ha exportado sus últimos talentos al festival gracias a «Bullying», «Tres días con la familia» y «Trash». Alguna de ellas suena para sacar tajada en el palmarés.

La directora Mar Coll (a la izquierda), junto a Philippine Leroy-Beaulieu y Naussica Bonnín, ayer en Málaga
La directora Mar Coll (a la izquierda), junto a Philippine Leroy-Beaulieu y Naussica Bonnín, ayer en Málagalarazon

El mismo año en que nace la Academia de Cine catalán (que ya ha entregado los primeros premios Gaudí no sin polémicas de por medio) y la Generalitat dice que obligará a que el 50 por ciento de los estrenos sean doblados a dicha lengua (con más polémica todavía), tres películas realizadas en ese idioma compiten por el máximo galardón del festival malagueño. Se intenta demostrar que no todo es cine más que minoritario y acotado a aquella comunidad. De manera que junto a la endeblita «Bullying» y la más sólida y dura «Trash» , el festival proyectaba ayer «Tres días con la familia», que, realizada por Mar Coll, se ha convertido ya en una de las más firmes candidatas para darle una alegría a esta joven debutante con las ideas muy claras. Mañana sabrán. Menudita, tiene 28 años, pero aparenta unos cuantos menos. En su interesante, madura opera prima, Mar Coll cuenta la historia de Léa, una joven en crisis que debe regresar a Gerona por la muerte de su abuelo paterno, el patriarca de un clan perteneciente a la burguesía catalana. Producida por Escándalo Films y la Escuela de Cine de Barcelona dentro del proyecto Opera Prima, que ofrece la oportunidad a los estudiantes graduados de rodar una película (otro título financiado por el centro es la mencionada «Trash»), dice ella que le atrajo la historia porque «en el seno de la familia, donde sus miembros deberían tener más confianza entre sí, no se suele expresar lo que sienten. Existe un respeto, una barrera que lo impide». Protagonizada por Eduard Fernández (este año tiene en el certamen tres títulos a concurso, o sea, que afortunadamente llevamos casi toda la semana viéndolo), asegura el intérprete que «me gustó mucho el guión y cómo piensa Mar. Me he dado cuenta de que acerté cuando vi la película». Cuyos personajes juegan a las apariencias en un mundo cerrado donde los problemas existen, pero son transparentes. Entre franceses y argentinos«Los jóvenes aprenden de los mayores ciertos patrones de conducta, se transmiten de una generación a otra, aunque parece que en la tercera podría experimentarse un cambio, de manera que estas relaciones se modernicen», comenta Coll, que tiene las ideas más claras que todos ellos juntos. También en la música que deseaba para la película: ópera, siempre oyen ópera, «un género muy relacionado con esta clase social, educada y refinada; además, es emotiva y describe lo que los personajes no verbalizan». Sin embargo, más que dramática, la cinta resulta «descriptiva, me interesaba detallar un orbe y estos vínculos afectivos. Traté de reírme de ciertos aspectos de la burguesía que conozco, y aunque posee un punto crítico, no se trata de una denuncia», añade Coll, a quien le atraen los directores franceses (Techiné, Assayas...) y argentinos (de Pablo Trapero a Martel), un cine intimista que «busca entretener y, también, que la gente reflexione». Rodada, asimismo, en catalán y castellano («porque allí se hablan los dos idiomas, y yo quería retratar la realidad», confesaba el director, Carles Torras, el pasado miércoles), «Trash» es un drama extremo ambientado en Barcelona «sobre una sociedad en decadencia», como reconoce el también novato realizador que tiene un aire a Fatih Akin. Y, como el turco-alemán, no se anda nunca por las ramas: «Muchas películas de nuestro país no conectan con el espectador, bien porque son bastante literarias, o porque ruedan mucha comedia, mucho cine "social", entre comillas, dentro de unos moldes que no acaban de funcionar y continúan repitiéndose con una fórmula idéntica. Debemos recuperar al público, hace falta creatividad, pasión, no caer en autoengaños. Hay numerosas cintas españolas que no me gustan nada. Bueno, otras sí».48 horas en aviónMala suerte tuvieron la realizadora argentina Lucía Puenzo y la actriz Inés Efrón, quienes tardaron la misma vida para llegar ayer hasta Málaga y defender el segundo título que proyectaba la sección oficial, «El niño pez», debido a un problema con el avión en que viajaron: «Se rompió, hemos pasado 48 dentro del aparato...», lamenta Puenzo, que, con todo, tiene buena cara. Y ganas de hablar: «El filme adapta una novela mía, el mayor desafío que me planteó fue que es un cruce de géneros y debía buscarle a la obra una identidad común». En cuanto a la posible influencia del realismo mágico en la historia, Puenzo ni se lo piensa: «No me gusta»; prefiere el término «onírico». «El niño pez», que se estrena hoy en España, cuenta una historia de amor entre una adolescente de clase alta y la criada de Paraguay que trabaja en la casa de sus padres. Ambas comparten una obsesión: vivir juntas lejos, a las orillas de un lago extraño: «Más que la sexualidad femenina, me atrae el deseo, que ocupa un lugar importante en casi todo», subraya la también autora de «XXY». Y Lucía Puenzo se marcha, pero no a descansar.

Una jornada redondaMuy buen sabor de boca nos dejaron las dos películas a concurso de ayer. La coproducción hispano-argentina, «El niño pez», de Lucía Puenzo, es una historia morbosa, con reminiscencias literarias sobre una joven de la alta burguesía bonaerense enamorada de la criada paraguaya de la casa. Magníficamente contada, la historia transcurre en distintos tiempos y escenarios, sin por ello perder el hilo ni bajar en intensidad el relato, que supera el aspecto puramente sexual para ir más alto, a la comunión de dos almas. Destaca la variedad de escenarios, la riqueza de los personajes, la perfecta progresión dramática e incluso de creación constante de acciones. Sí hay que poner un pero al titular. Magnífica también «Tres días con la familia», de Mar Coll sobre una muerte que marca el reencuentro familiar y que bodea la película coral. Perfectamente dibujados los personajes, cada uno con sus problemas, la cinta alcanza el tono justo. No se puede por menos que exclamar: ¡Qué buena película!