Literatura

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Memorias de una época

La Razón
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erenidad y ecuanimidad. Son las dos virtudes que le enseñó su amigo y maestro Azorín, y son las que, con mayor o menor éxito, porque la vida está salpicada de logros y de fracasos, como él mismo reconoce, ha aplicado a lo largo de su vida, en sus horas de estudio y también en las de trabajo.
Santiago Riopérez y Milá (Madrid, 1931) ha bajado al sótano de su casa de campo, donde reside en la actualidad, y ha revuelto en toda esa papelería que deja detrás de sí el paso del tiempo: cartas, libros, notas, cuadernos y fotografías. Con todo ese material, y con serenidad y ecuanimidad, como aprendió de su célebre preceptor, el autor ha tejido una «autobiografía y memorias» al que ha dado el nombre de «Si preguntáis por mí» (Ediciones 98). «Es evidente –escribe– que las memorias deben dar preferencia a personalidades y actos ajenos al autor –relatos históricos de hechos presenciados por el escritor– y la autobiografía es una narración conexa de la vida del autor, en la cual debe acentuarse la introspección o el significado de su vida». Los primeros recuerdos son los que pertenecen a la infancia, la escolaridad, el sacerdote agustino Cándido Sáez, su profesor de primaria, los recuerdos de falcultad, un periodo en el que sintió la agitación impulsiva de aprender cada vez más y su vocación bibliófila que le ha llevado a formar una amplia biblioteca.
Por estas páginas desfila una pléyade de nombres, el díptico de una época, con personajes como Menéndez Pidal, Ortega y Gasset, González Ruano, Ramón Pérez de Ayala, Gregorio Marañón y su cercano Azorín. De hecho, Riopérez y Milá, que jamás abandonó su oficio de abogado, es uno de los azorinistas más prestigiosos desde que publicó «Azorín íntegro» en el año 1979. Un libro esencial para aproximarse a la figura del escritor de Monóvar. Él ha contribuido a la divulgación y comprensión de la obra del conocido novelista. De hecho fue galardonado por el ensayo «España en Azorín». «Con Montaigne me enseñó a dudar y a sentir la contigencia de todo lo humano; aprendí, con él, a desdeñar la política de cualquier signo y la literatura de mercado», dice al comienzo de este volumen de memorias que está dedicado, como no podía ser de otra manera, a José Martínez Ruiz.