Conciertos

Metallica el ruido y la furia

Metallica, el ruido y la furia
Metallica, el ruido y la furialarazon

MetallicaJames Hetfield (voz y guitarra); Lars Ulrich (batería); Kirk Hammett (guitarra) y Robert Trujillo (bajo). Palacio de los Deportes (entradas agotadas). Madrid, 13-VII-2009.El Palacio de los Deportes de Madrid no tiene goteras, pero de lo ayer fue un chaparrón de los buenos en medio del caluroso julio; una tormenta de verano con enorme aparato eléctrico. Cuatro horas de heavy, primero con Lamb of God (demostrando su condición de discípulos aventajados) y luego con Mastodon (demasiado monolíticos). Pero el trueno definitivo llegó con Metallica, despejando todas las dudas sobre los problemas de espalda que su cantante, James Hetfield, ha arrastrado durante los últimos días.Un gran álbumCon el aval de un noveno disco, «Death magnetic», que les devuelve a sus mejores momentos tras el fiasco de «St. Anger», en directo saben estar a la altura, con el añadido de que ningún concierto suyo es igual a otro, lo que es de agradecer precisamente en un tiempo en que las grandes giras suelen ser mecánicas y sin apenas variantes.Abrieron con temas de su último álbum («That was your life» y «The end of the line»), con una descarga que poco tiene que envidiar a la de hace un par de décadas; puede que hayan perdido la rabia extrema de antaño, pero siguen mandando con mano firme. Acusados durante años de haber traicionado sus raíces, en esta ocasión han hecho un esfuerzo para regresar a la ortodoxia, y de hecho obviaron completamente sus discos más cuestionados (los de los tres últimos lustros), para centrarse en sus primeros trabajos. Unas veces apocalípticos y otras simplemente brutales, han dejado atrás el adocenamiento, desechando la paja y quedándose sólo con el trigo. A ello, además del poderío exhibido por Lars Ulrich y James Hetfield, los históricos líderes de la banda, contribuyeron los guitarrazos de Kirk Hammett –que se marcó un par de solos para mayor gloria personal– y sobre todo el bajo envolvente y durísimo de Robert Trujillo. A pesar de que por momentos se dejan llevar por una cierta tendencia hacia lo progresivo (los largos desarrollos siempre han sido marca de la casa), sonaron como una apisonadora justo cuando debían hacerlo («Turn the page», «Master of puppets», «Nothing else matters», «Enter sandman» o la despedida con «Sick and destroy»), haciendo bueno su puesto de privilegio como máximos representantes del «thrash metal», retorciendo los temas y devolviendo latigazos que el público recibió con sudor, brazos en alto y los cuernos de rigor; una escenografía que el cuarteto californiano completó con llamaradas y fuegos de artificio, epílogo esperado para este primer festín (hoy completan el doblete) de ruido y furia.