Nueva York
Novias a la fuga de la crisis
Aunque la recesión apriete, no podrá acabar con la ilusión de casarse, ya que nuestra industria nupcial vive su mejor momento
Para toda la vida. Y más en los tiempos que corren. Si casarse, sobre todo por la Iglesia, ha sido siempre un acto de fe además de una cuestión a largo plazo, en época de crisis la cosa cobra mayor sentido. Pero una novia no puede –ni debe– permitirse miserias. Si se casa, lo hace por todo lo alto y punto. Es una vez en la vida. Al menos, ésa es la filosofía con la que la gran mayoría de novias se dispone a preparar los fastos. ¿El punto más importante del ritual? El vestido, sin duda alguna. Sólo en Madrid, la moda nupcial movió 357 millones de euros en el año 2007 y, aunque estas cifras pueden haber disminuido ligeramente, el negocio de las bodas en España sigue siendo una importantísima fuente de ingresos. Y no sólo aquí, pues marcas españolas como Pronovias (tiene tienda incluso en Nueva York), Manuel Mota y Rosa Clará (con firmas como Christian Lacroix o Karl Lagerfeld) son ya referentes máximos a nivel internacional. Si normalmente son ellas, las novias, las protagonistas de sus celebraciones, esta temporada lo serán también en términos económicos. En sus manos está seguir contribuyendo a esas fabulosas cifras de facturación a las que nuestra industria textil nupcial está acostumbrada. Y no parece que tenga motivos para preocuparse. Como ocurre con las comuniones, si algún ahorro debe hacerse este año, será reduciendo el número de invitados, nunca el «glamour» de la protagonista. Escoger el vestido resulta cada vez más complejo, complicado y, por supuesto, caro, pero las opciones son infinitas. Desde cadenas de tiendas (también a grandes almacenes tipo El Corte Inglés), a pequeñas boutiques, talleres de costura o «entregarse» a diseñadores como Joaquín Verdú, magnífico ejemplo de cómo el sueño de toda novia se puede hacer realidad. Verdú en 16 pasosEl creador catalán, con más de tres décadas de trayectoria profesional y propietario de un importantísimo taller de costura nupcial, presenta un curioso, revolucionario y práctico sistema: el método Verdú. Se trata de 16 pasos que «engloban el sueño de comprar un Joaquín Verdú Novias», como afirman en su taller. Desde una primera entrevista con la clienta para un acercamiento al proyecto creativo hasta la entrega del diseño perfeccionado –es decir, adaptado totalmente al cuerpo–, sin olvidar pasos como el asesoramiento de imagen básico, aprender a caminar con él y el protocolo básico para saber lucirlo. De este modo, y con un amplio rango de precios que van desde los 3.000 euros (la línea Couture) a 5.000 (línea Haute Couture), cualquier novia que quiera y pueda podrá disfrutar de uno de estos «Joaquines», como ya son conocidos. ¿No se puede permitir tan fabuloso «método»? Ya hemos comentado que las posibilidades de adquirir un vestido de novia son muchas. Pero no se engañen: nunca resultará fácil. Un consejo: aprenda un vocabulario básico con términos como «toile» (boceto del vestido en tela con el que el diseñador hace las primeras pruebas sobre el cuerpo de la novia), «choker» (gargantilla clásica con strass, perlas o terciopelo) o «showroom» (lugar donde las firmas de moda más prestigiosas suelen exhibir sus prendas). Resulta imprescindible para no «perderse».De talle alto¿Otro consejo? Permanecer fiel al estilo habitual. Casarse no significa disfrazarse, y cuando se hace esto, se nota. Y mucho. Por eso, ante la inseguridad, lo mejor es empaparse de las tendencias con las revistas especializadas. Esta temporada veremos desde las siluetas actuales, con vestidos de talle alto que marcan la cintura en telas como el tul y la muselina bordada de Karl Lagerfeld, hasta los patrones más teatrales de Christian Lacroix, con líneas de corte imperio, faldas sirena y hasta con cola o aderezadas con volantes, fruncidos y lazos. También las amantes de la sencillez, casi minimal, tienen a Jesús del Pozo y sus maravillosos vestidos en sedas plisadas, que resultan cómodos y naturales. ¿Más sobriedad? La que, excepcionalmente, ofrece Francis Montesinos con sus siluetas súper marcadas, escotes que resaltan el busto y amplias faldas con cascadas de volantes que se consiguen trabajando tules y encajes de forma artesanal. Las elecciones son infinitas, pero hasta llegar al final –feliz, por supuesto–, el camino es intenso, largo y, casi siempre, con un toque tortuoso. Nadie dijo que casarse fuera fácil.Como Kate Hudson y Anne Hatahway comentan en la película «Guerra de novias», en la que pasan de íntimas a enemigas por competir cn sus bodas, «un vestido de Vera Wang no se adapta a ti; eres tú la que tiene que adaptarse a él». ¿Aceptaría el reto? Ya sabemos la respuesta: «Sí, quiero».
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