Estreno

Muere Oscar Peterson el pianista mayor del jazz

La Razón
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MADRID- Las Navidades blancas se mancharon de luto al conocer la muerte del pianista Oscar Peterson en la madrugada del domingo a causa de una infección renal que acabó con una vida de 82 años consagrada al jazz y a la emoción auténtica. Atrás quedaron 60 de carrera, más de 200 álbumes y un estilo único que pervivirá durante siglos.

Peterson cumplió con su promesa: «Moriré en los escenarios». Ni siquiera un accidente sufrido en 1993, que mermó sensiblemente el movimiento de su mano izquierda, pudo con sus ansias de tocar. Nacido el 15 de agosto de 1925 en un distrito pobre de Montreal, su biografía es la típica dentro del mundo del jazz contemporáneo, la de un músico hecho a sí mismo partiendo de una alcantarilla. Su padre, ferroviario de profesión, cedió a la voluntad del pequeño con una sola condición: «Oscar, tienes que ser el mejor». Y si no lo fue, le faltó poco.

Una formación clásica

Comenzó a tomar clases de piano clásico a los 6 años y pronto quedó cautivado por las posibilidades que le ofreció el jazz. Del piano clásico aprendió la técnica y una digitación salvaje. Pero las partituras dejaron de interesarle en el momento en el que comenzó a aburrirse. Entonces, giró sus ojos hacia el cielo abierto que le proponía la improvisación.

Peterson pronto llegó a ser conocido en todo el mundo por sus solos improvisados de gran rapidez y depurada técnica pianística, que provenía directamente del estilo de Art Tatum y otros pianistas pioneros del jazz. Fue el productor y promotor de jazz Norman Granz quien lo contrató, cautivado por su original forma de improvisar a partir de melodías conocidas, para sus famosos conciertos titulados «Jazz At The Philharmonic», lo que produjo el despegue definitivo del joven Oscar.

Su estilo tenía elementos del «be-bop», que, paradójicamente, entroncaba con la tradición. Y nunca le asustaron los retos: disfrutaba tanto con pequeños formatos (tríos, cuartetos) como con «big-bands». Y tocó con todos: Billie Holiday, Harry Edison, Charlie Parker, Joe Pass, Ray Brown, Herb Ellis, Stan Getz, Dizzy Gillespie, Milt Jackson, Ben Webster, Lester Young, Barney Kessell, Niels Pedersen, Louis Armstrong, Ella Fitzgerald…

Durante sus dos primeras décadas de carrera generó álbumes monográficos dedicados a personalidades tan diversas como George Gershwin, Nat King Cole, Duke Ellington y hasta Frank Sinatra, y ofreció magníficas revisiones. Al mismo tiempo, se ganó una fama participando en los principales festivales de jazz. Nadie se sentía defraudado al pasar una noche con él, pues sus improvisaciones alcanzaban tremendos clímax en cada concierto. Otros grandes álbumes para la historia del jazz moderno fueron «Night train» (1962), «Canadiana Suite» (1964), «Oscar Peterson & Dizzy Gillespie» (1974) o «If you could see me now» (1983).

Patriota y sano

Contrariamente a la mayoría de los músicos de su generación, Oscar Peterson nunca renunció a su país natal, a Canadá. De hecho, en 1960 creó en Toronto la Escuela Avanzada de Música Contemporánea, pensada para ayudar a los jóvenes que se interesan por estudiar música. Y, también a contracorriente, no se le conocen escándalos o adicciones salvajes.

Desde su aparición en la escena mundial con una célebre actuación en el Carnegie Hall de Nueva York en 1949, Peterson acumuló premios y reconocimientos, incluyendo un Grammy a toda su carrera en 1997.

También fue el primer ciudadano canadiense contemporáneo cuya efigie figuró en sellos postales de su país y recibió el título de Miembro de la Orden de Canadá, la condecoración civil canadiense de mayor prestigio.