Alimentación

«Peor tener barriga que cartucheras» por José Antonio Vera

Peor tener barriga que cartucheras
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En estos días primaverales en los que la mitad de la población adulta se pone a dieta, procede resaltar que mantener a raya la grasa dentro del organismo es importante a efectos de la salud, pero también lo es no hacer barbaridades con dietas abusivas que prometen acabar con la obesidad en días.Superado ya el tiempo en el que se creía que la grasa corporal era un mero almacén inerte de energía, la medicina moderna descubrió primero su papel como productor de leptina, una hormona que actúa como termostato corporal, amén de sustancias como las citoquinas, que alteran el metabolismo del colesterol en el hígado, provocan una constricción de las arterias, elevan la tensión arterial y el nivel de glucosa en la sangre. El exceso de grasa o la obesidad están asociados, por tanto, a enfermedades cardiovasculares, diabetes, cánceres como el de colon, próstata, mama o páncreas, y favorecen la aparición de varices, la apnea del sueño y los cálculos biliares. En los últimos tiempos se han descubierto otros detalles con relación a las células grasas. Principalmente, que su acumulación en la zona del abdomen es muy perniciosa: más aún que cuando se deposita en las piernas. De ahí que se subraye la malignidad de silueta «manzana» con relación a la silueta «pera». Es decir, que es bastante peor tener barriga que cartucheras, lo primero más frecuente en los hombres y lo segundo en las mujeres. Quizás ahí esté parte de la explicación de por qué se dan muchos más casos de infartos en varones que en hembras.Aunque hay más. En los últimos tiempos los análisis de grasa corporal realizados a través de imágenes de resonancia magnética han descubierto que algunas personas delgadas acumulan más grasa alrededor de sus órganos sensibles que otras gruesas. Es lo que se denominan «falsos delgados», o «thin outside, fat inside» (delgados por fuera, gordos por dentro), o sea, personas que pese a ser delgadas acumulan grasa oculta cerca de órganos sensibles como el hígado, corazón, páncreas e incluso en las fibras musculares. Al analizar estos casos se ha llegado a la conclusión de que es debido a un estilo de vida «tóxico», con dietas muy poco equilibradas y falta de actividad física. Las personas obesas que hacen habitualmente ejercicio y siguen dietas equilibradas acumulan su grasa debajo de la piel, en tanto que los delgados descuidados con la dieta y faltos de ejercicio la depositan más en las vísceras, con el perjuicio que esto puede suponer para los órganos vitales.Esta cuestión es relevante a efectos de abordar el problema de la obesidad y las dietas de adelgazamiento. Es importante vigilar que el perímetro de la cintura no sea de más de 102 centímetros en hombres y de 80 en las mujeres. También alimentarse de manera frugal, pues las comidas copiosas, sobre todo las ricas en grasas animales y azúcares, tienen un efecto agresivo en la pared de las arterias hasta provocar por sí solas un infarto de miocardio. Y por supuesto, hacer ejercicio a diario para favorecer que la grasa se convierta en músculo y no se acumule de manera anormal en torno a las vísceras. También es importante la forma de adelgazar. Las dietas yoyó son bruscas y no arreglan nada. Quien pierde diez quilos en un mes no se está haciendo ningún favor, y además es probable que los vuelva a recuperar en cuanto abandone el régimen abusivo al que se somete. Desde este punto de vista es mucho mejor la constancia, habituarse a comer poco, a no hacer mezclas incompatibles, a ingerir la mitad de lo que nos ponen, a olvidarse del alcohol (una cerveza tiene las mismas calorías que un filete ), y a practicar cierta actividad física de manera rutinaria. Bajar el peso poco a poco es mejor porque nos permite ser más rigurosos con la dieta. No se trata de dejar un mes de comer o hacerlo desordenadamente para luego volver a las andadas. Quienes hacen regímenes drásticos también corren riesgo de acabar en el hospital, pues la grasa se desmorona de golpe y puede provocar microlesiones en el interior de los vasos sanguíneos e incluso formar coágulos que acaben en infartos.Luego, dietas sí, pero no barbaridades. Todo lo que se hace de manera abrupta y en exceso es malo.jvera@larazon.es