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Pepe dos juicios

La Razón
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En el Madrid no hay capitán general con mando en plaza porque Vicente Boluda está a la espera de las próximas elecciones y será el nuevo mandatario quien tome decisiones de todo orden. Dentro del club, para empezar, se está pensando en la posibilidad de que Pepe sea traspasado.

La infamante agresión a Casquero, el bofetón a Albín, los insultos al cuarto árbitro, son delitos tipificados que pueden determinar su ausencia del resto del campeonato. Al margen de la decisión que adopte hoy el Comité de Competición, presionado desde distintos medios de comunicación, favorables a una sanción de andar por casa, y por muy complaciente que sea, hay un juicio más importante dentro de casa.

Pepe se ha labrado la vigilancia estricta de los árbitros. Lo que ahora se pasaba por alto es probable que ya no se consienta. Con sus antecedentes, lo previsible es que fuera sancionado con frecuencia.

El público es inmisericorde y, seguramente, en cada jugada de cuerpo a cuerpo le abroncaría y le recordaría la fechoría. Independientemente de estas razones, lo que preocupa seriamente es la opinión de los pesos pesados de la plantilla, los que mandan en el vestuario. Ha hablado Casillas, uno de los cuatro capitanes del equipo, de lo dicho e insinuado se puede colegir que no es tole- rada la mancha que ha caído sobre el colectivo. Presumiblemente, no serán ellos quienes defiendan a Pepe en los despachos del Santiago Bernabéu si el nuevo presidente llega con la intención de prescindir de un jugador que ha manchado la imagen de la entidad.

La salida de Pepe, apoyada en la previsible sanción, no extrañaría al madridismo. Al menos, al tradicional.