Cataluña

Predicar sin ejemplo

La Razón
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Núñez Feijóo está a punto de ser investido presidente de la Xunta, y una de las primeras medidas que deberá abordar, según las promesas que hizo durante la campaña electoral, es la de normalizar el uso de las lenguas oficiales en su comunidad, azotada en los cuatro últimos años por una marea nacionalista que perseguía la implantación del gallego como lengua única en la administración y la educación, y el consiguiente arrinconamiento del español. Con buen criterio, Feijóo dijo que cerraría las galescolas y derogaría el decreto que impone esta lengua en exclusiva. También anunció que a partir de ahora las notificaciones administrativas se harán en los dos idiomas oficiales, y que se acabó la discriminación en las empresas públicas. Loable propósito que será sin duda reconocido por miles de electores agobiados por una normativa lingüística extrema, que se dejaba ya sentir en las calles. Pero ahora es importante que Feijóo y los suyos hagan de verdad lo que dijeron. Porque hay que recordar que buena parte de los males que azotan a Galicia en materia lingüística tienen su origen en las sucesivas mayorías absolutas de las que disfrutó Fraga. Para evitar problemas con el nacionalismo extremo, el PP gallego cedió a numerosos planteamientos del BNG, que se han demostrado equivocados.Y no ha sido Galicia una excepción. Ahora el partido de Rajoy predica a nivel nacional una teoría sobre la libertad de elección de lenguas que no puso en práctica cuando gobernó, no sólo en Galicia, sino también en Baleares, e incluso en la Comunidad Valenciana. Se quejan mucho de que el Gobierno social-nacionalista de Baleares ha decidido eliminar la lengua española de la vida pública, obliga a los comercios a rotular en catalán, ha implantado en las calles sólo la denominación catalana, y hasta exige hablar catalán a los médicos, pero la realidad es que esa política la puso en marcha el PP cuando gobernó. De aquellos tiempos es la norma que dice que el único nombre oficial de Baleares es «Illes Balears», por ejemplo.Aunque el colmo de lo anterior está, hoy mismo, en la política lingüística que el PP practica en la Comunidad Valenciana, donde disfruta de una holgada mayoría absoluta. Denuncia la fundación U+D que el conseller de Educació, Font de Mora, dispone de un presupuesto de 500.000 euros para premiar a todos aquellos que decidan rotular únicamente en valenciano. La orden de 25 de febrero de 2009 dice textualmente que se financiará «la rotulación, exclusivamente en valenciano, del interior y exterior de las dependencias y vehículos de empresa (…). El uso, exclusivamente en valenciano, de la documentación administrativa, la edición de guías y catálogos de la empresa, así como de su página web».Y es que se ve que una cosa es predicar y otra dar trigo. En Cataluña y el País Vasco se dice una cosa, pero cuando se gobernó en Baleares y Galicia se hizo algo parecido a lo que hacen los nacionalistas. Y ahora mismo en la Comunidad Valenciana se fomenta una política propia de partidos pan-catalanistas, contraria a los usos y costumbres del comercio, y sobre todo discriminatoria para el castellano. Es verdad que no se llega al nivel de tropelías de la Generalitat catalana, que se gasta cada año 555 millones de euros en fomentar el nacionalismo cultural catalán, pero lo que no se puede es predicar y luego no dar ejemplo.