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Predicar sin ejemplo

La Razón
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Siempre se dijo que una cosa es predicar y otra dar trigo. Predicadores hay hoy muchos, algunos locos perdidos, como el loco Chávez, que promete irse si pierde pero luego se queda. Que son cuerdos en apariencia, pero nada ejemplares. Te dicen lo que tienes que hacer tú, pero ellos hacen lo que les parece, o lo que les da la gana. Por ejemplo, Zapatero. Convoca una manifestación unitaria contra Eta y nos pide a todos que la secundemos, pero él es el primero que se descuelga. Que vayan los demás, que yo me quedo en casa calentito, porque en la calle hace mucho frío y hay gente enfadada que dice cosas enormes e incluso insulta. Mal hecho, porque no se debe insultar a nadie, pero también es cierto que en el sueldo de los políticos va incluido tener que soportar los chaparrones. Y mucho más si el sueldo es de presidente de Gobierno. A Aznar le llamaron asesino y cuarenta cosas más, pero Aznar dio la cara cuando tuvo que darla. Es verdad. Un presidente de Gobierno es libre de hacer la política que estime más conveniente sobre la guerra de Irak o sobre Eta, pero la gente también es libre de apoyarla o censurarla, de manifestar en la plaza pública su acuerdo o desacuerdo, y de hacerlo además de la forma que estime conveniente. Incluso con abucheos. No pueden gobernar, pero les asiste el derecho a criticar, a expresarse, a decir lo que piensan sobre quien toma decisiones sin consultarles.

Bien, pues Zapatero no ha sido ejemplar. Quizás sea cierto que un presidente de Gobierno no puede asistir a todas las manifestaciones. Pero a la del otro día, sí. Estaba obligado a hacerlo después de practicar una política antiterrorista que ha dado al traste con el consenso. Después de haber liquidado la unidad, y ahora que vuelve a reclamar esa unidad arropándose en Rajoy, llamando a todas horas a Rajoy, poniendo como escudo a Rajoy. Porque si cree en la unidad, debe ser el primero en salir a la calle para escenificarla. De lo contrario, la gente puede sacar la conclusión de que no tiene fe en sus proclamas.

Y es que es verdad que hay hoy mucho predicador que hace lo contrario de lo que dice. Que pide esfuerzos, pero ellos se esfuerzan poco. Sin ir más lejos, Pere Navarro, el afamado director general de Tráfico. Nos persigue por excedernos con la velocidad, pero él se permite a sí mismo ir a la velocidad que más le place, aunque sea cuarenta o cincuenta kilómetros por encima de lo que marca la señal de prohibición. No ha podido ser más exitoso el trabajo de los servicios informativos de Antena 3, magníficamente dirigidos por mi compañera y vecina de columna Gloria Lomana. El cazador cazado. Se dedica el tío a ir a ciento treinta por donde debería ir a ochenta. Y por supuesto, nunca le multan. Me pone las multas a mí y a usted que lee esta columna. Pero él nunca se multa a sí mismo. Él se permite todo lo que a nosotros nos prohíben. Predica mucho, pero nunca con el ejemplo. Tiene a quien parecerse. De tal palo Zapatero, tal astilla de Navarro. Todos igual que Zeta. Qué bonito.