Cataluña
Rajoy despeja el camino a La Moncloa
Desactiva al sector crítico y confirma una nueva tendencia n Camps se erige en uno de los triunfadores, pese al «caso Gürtel» / El líder popular proclama que una nueva mayoría ha expresado su voluntad de cambio
Aunque lo negó en campaña, Mariano Rajoy sabía que en estas elecciones se jugaba personalmente mucho. Y por eso se batió el cobre. El Debate del Estado de la Nación fue una señal de alerta, ya que sirvió para evidenciar que la corriente crítica ni había muerto ni había sido enterrada con el buen resultado de las elecciones gallegas. Seguía ahí, sin un líder alternativo aglutinador, pero pendiente de su presidente nacional y de su capacidad para rentabilizar políticamente el obligado desgaste del Gobierno por la crisis económica.
Y Rajoy ha conseguido la victoria que, sin suponer un vuelco definitivo, le despeja el camino hacia las próximas elecciones generales y también le permite coger aire para enfrentarse al desenlace del «caso Gürtel», sea bueno o malo. Los mismos que han mirado con nostalgia en esta campaña al éxito histórico de José María Aznar en las elecciones europeas de 1994 reconocían anoche el valor del resultado, con sus «peros», claro, como el de que Cataluña o País Vasco siguen siendo asignaturas pendientes.
En el triunfo tiene su lectura interna el papel del candidato, Jaime Mayor Oreja. Designado por Rajoy en uno de sus momentos de más debilidad, cuando aún no se había reforzado con el resultado de las gallegas, ha sido eficaz a la hora de amarrar el voto conservador y católico. El sábado, Génova cerraba una última encuesta que le daba una ventaja de dos puntos y medio sobre el PSOE. Y sobre esta hipótesis la dirección popular empezó a preparar el argumentario para vender como una gran victoria un resultado que le concediese una diferencia de un solo escaño sobre los socialistas. Las urnas han dejado en dos los escaños. Y también han erigido al presidente valenciano, Francisco Camps, en uno de los grandes triunfadores de la jornada electoral, pese al «caso Gürtel». Camps lo había fiado todo a las urnas y al respaldo de su militancia ante esa supuesta operación de acoso en la que él ha convertido la investigación judicial que le afecta: sus votantes le han respondido.
Atraídos por el olor a victoria, antes del cierre de los colegios electorales la plana mayor del PP estaba ya recogida en Génova con la vista puesta en el balcón preparado para celebrar festivamente el escrutinio. Esta vez, a diferencia de la noche de los comicios gallegos y vascos, también se unió al «sanedrín» electoral la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.
El líder de los populares salió exultante al balcón de la sede nacional y botó animado por su militancia porque «una nueva mayoría de españoles ha expresado su voluntad de cambio» y, por ello, el PP ganará «pronto» las generales. Aclamado por los jóvenes que allí se congregaban, exigió un cambio en la política económica del Gobierno y alabó a Jaime Mayor. Éste le devolvió los elogios, y también se acordó de José María Aznar y de Rodrigo Rato.
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