Brooklyn

Randy Weston siempre es primavera

A la izquierda, el ya octogenario artista en La Mar de Músicas
A la izquierda, el ya octogenario artista en La Mar de Músicaslarazon

La Mar de MúsicasPatio de Armas. La Mar de Músicas. Cartagena (Murcia), 22-VII-2009.

Una de las grandes jornadas de la presente edición del festival cartagenero, un concierto del que no se sale como de una brisa. Hemos asistido a una de esas veladas en las que la música va más allá de sí misma hasta alcanzar el Espíritu en una celebración en la que tampoco falta el baile. Los ojos brillan al término, después de que parte de los músicos bajen al patio de sillas y parte del público llegue al escenario a bailar y gozar. Una cita excepcional liderada por un músico excepcional. Y la magia y el hechizo de su música comunican con igual intensidad a quienes llevamos tres décadas siguiéndole y a quienes se acercan por primera vez.Nacido en Brooklyn (Nueva York) en 1926, es un pianista y compositor absolutamente singular, criado junto a los mejores jazzmen, su continua vivencia africana le han llevado a crear un universo musical único. Escribió la suite «Uhuru Africa» (1959) dos años antes de su primer viaje al continente. Repetiría y en 1967 realizó una gira por catorce países africanos. Ese mismo año se instala en Tánger y entra en contacto con los gnaua, hermandad de procedencia subsahariana que practica música de trance y sanación. Toca con ellos, escribe basándose en sus cantos y 41 años después sigue encontrándose en escena con Abdellah El Gourd, quien le introdujo en esta música. Ese sentido del silencioUnas notas sobre el piano e inmediatamente sabemos que es Randy Weston quien toca. Es su composición «Blue Moses»: sólo él tiene ese sentido del silencio, del espacio entre las notas. Entra el doblete rítmico, Alex Blake que rasguea el contrabajo como una guitarra y Neil Clark, el percusionista al que continuamente oímos algo nuevo. Y en la línea frontal, TK Blue al saxo alto y es de los mejores, y Benny Powell, magnífico veterano del trombón que llegó a tocar con Count Basie. No existe ninguna banda ni en el presente ni en la historia que suene como ésta. Sin pausa, se incorporan los músicos y cantantes ganua de Tánger y Marrakech, con el canto «Sidi Musa», que dio origen al tema. Luego, una de sus más fascinantes composiciones, «The Heallers», con TK haciendo levitar con la flauta; «African Sunrise», que escribió para Machito y Gillespie; y turno de piano solo con «Jitterburg Waltz», de Fats Waller. Y final con los once músicos en escena (hasta que bajaron) en una noche que se abraza a la memoria. Y el pianista llega al hotel a la una de la madrugada, a las cinco en pie, vuelo a Madrid y luego a San Sebastián en cuyo festival de jazz participó anoche. A sus 83 años, parece que mister Weston recibe del público tanto como nosotros de él.