Estados Unidos

Se acaba la luna de miel para Obama

Se acaba la luna de miel para Obama
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Washington- Podría ser la luna de miel más fulminante de un presidente debutante pese a la popularidad y el orgullo que ha despertado en Estados Unidos. Apenas ha aterrizado en Washington –vive aún nómada en un hotel de la ciudad– y Barack Obama saborea ya el amargo caramelo de la política capitalicia. Los primeros en enseñar los dientes han sido sus propios correligionarios demócratas, dispuestos a imponer condiciones al paquete de estímulo económico valorado en 775.000 millones de dólares en el que Obama ha depositado todo su capital político.
La cruda realidad se le ha impuesto esta primera semana de trabajo en Washington y ha templado muchas de sus expectativas. Ayer, en una entrevista exclusiva con la ABC, Obama admitió que no podrá cumplir inmediatamente todas las promesas de campaña. «No vamos a poder hacer todo lo que hablamos durante la campaña a la velocidad que esperábamos». Entre otras cosas, el presidente reconoció que no podrá cerrar la cárcel de Guantánamo en los primeros 100 días de su mandato porque «es más difícil de lo que muchos se imaginan». Otros asuntos archivados parecen ser la reforma de la inmigración, la restricción de las emisiones que provocan el cambio climático, los recortes de impuestos para los más ricos y el permiso para que los gays sirvan abiertamente en el Ejército.
Sólo en la cuestión crítica de la economía estadounidense, que cada día estampa sus cifras de desempleo y desaceleración más pavorosas, Obama ha tomado las riendas del poder, jubilando sin escrúpulos a George W. Bush con días de adelanto, y llegando incluso a pronunciar discursos que muchos analistas americanos han comparado a las tradicionales alocuciones del «Estado de la Unión».
«Cada día que pasa y mientras nos culpamos los unos a los otros hay más estadounidenses sin trabajo y más familias que pierden sus ahorros», señaló Obama la semana pasada. «Por eso pido al Congreso que trabaje conmigo día y noche para aprobar el plan en las próximas semanas».
Aunque el discurso fue en principio bien acogido, cuando los legisladores en Capitol Hill empezaron a diseccionar la prosa, encontraron más de un reparo en el paquete de rescate de Obama. Los demócratas no han ocultado su rechazo a los recortes de impuestos que incluye la propuesta. «Yo no trabajo para Obama», advirtió fríamente el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid. Mientras, los republicanos han decidido volver a empuñar la lanza contra el gasto público y quieren aplicar rebajas al plan económico del presidente para controlar el clamoroso déficit federal de 1,2 trillones de dólares.
Ésta será la primera gran batalla de Obama una vez jure su cargo. Pero hay más. Tras un criticado silencio sobre la guerra de Gaza, el presidente electo prometió ayer que su Administración se comprometerá «de inmediato» en el proceso de paz en Oriente Medio.