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«Será grande los jugadores notarán el aliento de la afición»

Los «pericos» retrasan los viajes de vacaciones para no perderse la inauguración del estadio

«Será grande, los jugadores notarán el aliento de la afición»
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Barcelona- Veinte años tardó Ulises en regresar a su casa, Ítaca, la isla que todo el mundo conoce como el paraíso largo tiempo anhelado. Todo el mundo, menos el universo blanquiazul. Para los «pericos» ese nombre es el del estadio de Cornellà-El Prat. Doce años ha tardado la afición del Espanyol en reencontrarse con un hogar y la alegría es tal que los seguidores han agotado todos los sinónimos de la palabra «felicidad» para explicar lo contentos que están.«Estoy ilusionado como un niño el día de Reyes», confiesa Antoni Segarra, que a sus 85 años no quiere perderse la fiesta de hoy. «Iré con mis hijos y mis cinco nietos», revela. Su nieta Montsita añade que la familia ha retrasado sus vacaciones para estar en la inauguración del estadio. «Siempre nos íbamos a Menorca el 1 de agosto, pero este año nos iremos el día 6», cuenta ilusionada, a pesar de que se pierde cinco días de vacaciones en la playa.El calor de la aficiónNadie mejor que el abuelo Segarra puede explicar la magia con la que el nuevo estadio ha atrapado a seguidores y jugadores. «El truco es que la afición volverá a estar cerca de los jugadores. En Montjuïc, el equipo no sentía el calor del público y para un futbolista es clave sentir a los seguidores a su lado», explica. La de Segarra es una voz autorizada. «Fui jugador del Espanyol en los años 50 y 60», recuerda con nostalgia. «Entonces, no ganamos nada, pero este año, en Cornellà, te digo yo que haremos una temporada de película», asegura.Jana Mencos, que es socia del Espanyol desde que «berreaba en la cuna», tiene la misma corazonada. «Váis a ver a un nuevo equipo esta temporada», asegura mientras muestra con orgullo su carné. «Montjuïc era tan grande que siempre parecía que estuviera vacío. En el nuevo estadio, los futbolistas querrán dejarse la piel en el terreno de juego cuando noten el aliento de la afición al gritar: ¡Espanyol, Espanyol!».«El nuevo estadio es una golosina para los periquitos», añade Iñigo Raventós, que cuenta los minutos que le quedan para probar hoy un pedacito de este caramelo. Iñigo puede decir con más razón que nadie que su sangre es blanquiazul. Su bisabuelo, Francisco Sáenz, impulsó la remodelación del estadio de Sarrià bajo su mandato (1947-1958). «De Sarrià recuerdo la complicidad que había entre el público y los jugadores. Yo me sentaba en el Gol Sur, ahora soy un señorito y prefiero la tribuna», confiesa Iñigo con una media sonrisa. En tribuna, estará también el presidente de la Generalitat, José Montilla. El popular Alberto Fernández prefiere su asiento.