Zaragoza

Sólo dolor

La Razón
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Cuando se cumple medio siglo de condena totalitaria, tambaleada la fe de los etarras, debilitado justamente su reducto, el destino ha querido que la suerte estuviera en Burgos. No ha sido así en Palma de Mallorca, consiguiendo atenuar la llama de nuestro corazón. Con sus familias estamos todos. Brotan del recuerdo las cinco niñas, entre ellas las gemelas sobrinas de Alcaraz, asesinadas junto a otras siete personas en Zaragoza; las nueve personas asesinadas en Vic; Daniel, al que mataron junto a sus padres; de las hermanas Susana y Sonia, de 13 y 15 años; Silvia, que con 6 años jugaba en pleno verano en el patio interior de la casa cuartel de Santa Pola… y tantos otros niños, jóvenes y adultos a cuyas vidas ETA decidió poner fin. Los daños materiales tienen arreglo. Los heridos, con ayuda de todos, superarán el dolor, el desconcierto, la destrucción. Hasta podrán agradecer que siguen vivos. Podrán luchar para que los etarras nos les contagien su resentimiento y para que la amenaza no deje paso al miedo, porque eso sólo lo merece quien hace el mal. Pero los asesinados ya no volverán.Que la esperanza no se esfume. La necesitamos para no desfallecer ante crímenes a los nuestros y homenajes que confortan y estimulan a los criminales, con consentimiento judicial. Que tampoco nos falte la fuerza al comprobar que el partido que alienta a ETA consigue información y dinero público, con espeluznante facilidad, al gobernar en ayuntamientos del País Vasco y Navarra. Y mientras mantengan intactas sus vías de financiación, la muerte no dejará de acechar. Precisamente intereses económicos, dicho sea de paso, han provocado incendios homicidas para quienes nos libran de ellos. Por eso para los pirómanos que han calcinado los sueños de las familias de los bomberos muertos, también queremos justicia. La violencia ni siquiera consigue calmar la ira de quien la profiere. Sólo dolor. Cincuenta años de cobarde, miserable y equivocada ruta son suficientes para afrontar que no podrán vencer nunca.