País Vasco

Un PNV sin grandeza

Su discurso, justo el día en el que ETA amenaza a los socialistas, es una irresponsabilidad

La Razón
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A pesar de que ya ha transcurrido casi un mes y medio desde la celebración de las elecciones autonómicas en el País Vasco, el PNV demostró ayer que está lejos de asumir con un mínimo de elegancia democrática el veredicto de las urnas. La formación nacionalista desaprovechó el marco que le brindó la celebración del Aberri Eguna, el Día de la Patria, para realizar un higiénico ejercicio de autocrítica ante su militancia y encarar así, con renovadas fuerzas, el trascendental papel que deberán desempeñar como principal partido de la oposición en la Cámara de Vitoria. Lejos de ello, tanto el lendakari en funciones, Juan José Ibarretxe, como el presidente del PNV, Íñigo Urkullu, centraron sus discursos en buscar la deslegitimación del futuro Gobierno liderado por el socialista Patxi López. Especialmente duro se mostró Urkullu al afirmar que el Ejecutivo que recibirá el respaldo de los diputados del PSE y del PP «nace de la trampa y del engaño», altera «lo que la sociedad quiere», es «frentista, contradictorio y débil» y contradice la realidad política vasca. Con estos mimbres, los líderes nacionalistas construyeron durante sus intervenciones en el acto celebrado ayer en Bilbao uno de los ejercicios de mayor irresponsabilidad política que se recuerde en nuestra historia democrática. Además, al afirmar que la clave del cambio político en esta comunidad ha radicado en la ilegalización de la izquierda abertzale, lo que Ibarretxe y Urkullu vienen a reconocer es que su permanencia en el poder durante las últimas tres décadas sólo ha sido posible gracias al apoyo de aquellos que se han servido de las instituciones de todos los vascos para dar voz a los pistoleros de ETA. A pesar de la gravedad de estas afirmaciones, el Aberri Eguna de ayer no hubiera pasado de ser una muestra más de la histérica pataleta que sufre el PNV como consecuencia de su varapalo electoral, si no hubiera coincidido en el tiempo con la difusión por parte de ETA de un comunicado en el que la banda señala a Patxi López y a su próximo Gobierno como objetivos prioritarios. Las graves amenazas de ETA hacia unas formaciones políticas, como el PSOE y el PP, que han sufrido de forma reiterada la sinrazón terrorista, debería ser un motivo más que suficiente que hiciera al PNV abandonar su discurso de confrontación para situarse sin reservas del lado de los demócratas. Por el contrario, el discurso que Urkullu e Ibarretxe abanderaron ayer se asemeja preocupantemente a lo que ETA reivindica en su comunicado cuando afirma que no renocerá al nuevo lendakari «ninguna legitimidad democrática».La derrota definitiva de los terroristas pasa ineludiblemente por la unidad real de las fuerzas políticas que integran hoy el Parlamento Vasco. Una unidad que debe estar por encima de intereses partidistas, del color político que gobierne en Ajuria Enea y de la sana alternancia que los vascos libremente propicien con su voto. Sólo cuando ETA sea consciente de que, independientemente de quien gobierne tanto a nivel autonómico como nacional, su único final es la derrota a través de la aplicación de los instrumentos de los que dispone para ello el Estado de Derecho, el País Vasco estará en disposición de olvidar la lacra del terrorismo. Resulta decepcionante que el PNV no haya aprendido de sus errores y que después de treinta años sin demostrar ninguna grandeza en sus victorias electorales, al marginar con sus políticas a la mitad de la sociedad, tampoco vaya a ser capaz de demostrar grandeza cuando los vascos le han dado la espalda en las urnas y han decidido que sean otros los que afronten los retos del futuro.