Debate Estado Nación
Unas muletas ayudan a salvar la encina más vieja de Europa
"La Terrona", apoyada con "horcones"para evitar su hundimiento, sigue echando hojas y ramas
Cercada y apoyada en unas enormes «muletas» de acero. Éste es el aspecto que hoy ofrece la encina «La Terrona», la más antigua de España y de Europa, debido a una fisura detectada en su tronco y que «puede poner en peligro su existencia». Y es que «La Terrona» quedó seriamente dañada tras sufrir las consecuencias de un fuerte temporal que se registró en Extremadura en invierno de 1997. Hoy, salvar a este árbol -situado en la finca la Dehesa, en Zarza de Montánchez (Cáceres)-, se ha convertido en la principal prioridad de los técnicos de la Dirección General del Medio Natural de la Junta de Extremadura. De hecho, esta encina, de 800 años de antigüedad, está catalogada como un árbol singular. El propio Gobierno autonómico ejerce su tutela desde el año 2000 y «tiene la obligación de preservarla y prolongar su longevidad», según explica el técnico y biólogo Juan José Pérez. Una pequeña grieta en el tronco, como la que se ha localizado, con las enormes dimensiones del árbol (altura de 16,40 metros, un diámetro de copa de 26 metros, un perímetro de 7,76 metros a la altura del pecho y de 9,4 por la base), podría suponer que no se mantuviera en pie. Motivo por el que desde el Departamento del Medio Natural se ha decidido realizar una intervención sobre la encina consistente en la colocación de «horcones» o «muletas» que eviten el colapso y hundimiento de la misma. Aliviar el peso Los trabajos de rehabilitación, que acaban de finalizar, han consistido en la colocación de 15 apoyos metálicos de diferente altura, colocados en los lugares críticos, lo que permitirá aliviar el peso de las distintas ramas, previniendo así el riesgo de desgaje. Además de esto, se ha repuesto todo el vallado perimetral que posee el árbol, cambiándolo por un vallado más consistente y estético. Pérez asegura que es consciente del «impacto que causa la imagen actual de la encina, con los grandes barrotes de hierro», pero, sin embargo, se muestra convencido de que «es la mejor medida, de entre las sopesadas, ya que no afecta a la fisiología del árbol, que continúa echando hojas y ramas». Se trata, añade, de un «método tradicional de intervención en otros árboles como los frutales, cuando sus ramas cargan mucho peso, tal y como está pasando en este árbol». En este sentido, desde el Ejecutivo regional explican que la única solución que presentaba garantías suficientes para asegurar la continuidad del árbol era la colocación de los «horcones» que descargan de peso a la estructura del tronco que está hueco. «Y es así porque la fisura es producto del enorme peso que soporta el tronco, por lo que la colocación de cableado no eliminaría el problema», añaden. Este árbol ha estado sometido a un seguimiento técnico desde 1998, que fue cuando se detectó la existencia de una fisura en la horcajadura del tronco. Aunque en aquellos momentos existían dudas sobre su magnitud, en el estudio dendrológico de 2004 se pudo diagnosticar la gravedad de esta fisura que, por su situación, comprometía el estado biomecánico del árbol. En marzo de 2008, mes en el que se realizó el tercer estudio, el informe de la fisura mencionada dio signos evidentes de una evolución desfavorable lo que, a juicio de los biólogos, obligaba a una intervención rápida, «pues la resistencia del tronco hueco del árbol se compromete gravemente bajo estas circunstancias».
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