Pensiones

Victorias de Smiley

La Razón
La RazónLa Razón

Los bandazos de los socialistas a propósito de la reforma laboral hace pocos días y la subida de impuestos a los más ricos esta semana fueron objeto de mofa cuando deberían haberlo sido de admiración. En un contexto hostil, con una crisis económica acuciante y huérfano de apoyos parlamentarios, Smiley se defiende con desenvoltura. Dirá usted: la resistencia ante la reforma laboral es tan absurda como reaccionaria, y convierte a Smiley en un sobresaliente responsable del paro. Verdad, pero supongamos amablemente que al Gobierno le interesa tanto su propia suerte como la de los trabajadores. Veremos a partir de ahí que maniobra con destreza, puesto que una proporción apreciable de la opinión pública está convencida de que los malos son los otros. El malo es MAFO y no Smiley, que cumple con sus compromisos y jamás abaratará el despido ni reducirá los «derechos» de los trabajadores. Sí, ya sabemos usted y yo que es mentira, pero Smiley no pretende convencernos a nosotros sino a las personas que piensan que el paro no deriva del intervencionismo y que liberalizar la contratación y el despido es esencialmente inicuo, y son muchas. Igual que son muchas las que creen en la verdad de estos titulares de «El País»: «Zapatero sube impuestos por la crisis» o «para eliminar el déficit». Los que opinamos que por tales motivos habría que bajarlos quedamos desdibujados. La cabriola fiscal de esta semana también pretendió engañar al personal, y lo consiguió. Se levantó una inmensa polvareda en torno a figuras indefendibles, «las rentas altas», y resultó oscurecido el hecho de que el Gobierno ya ha subido los impuestos a todos, los subirá más en el futuro, y no se ha hundido por completo en el descrédito. Tituló «El Periódico»: «El PSOE no logra apoyos para gravar las rentas altas. La batalla política complica la lucha contra el déficit». Fantástico: las tribulaciones de Smiley obedecen a que unos pérfidos quieren auxiliar a los asquerosos ricos y no luchar contra el déficit. Sí, ya sé que todo es mentira, pero dígame usted una cosa: con recursos tan menguados, ¿no les va a estos pícaros relativamente bien?