Política

Nicolás Maduro

Maduro aprovecha las protestas de América Latina para desestabilizar a sus enemigos

El líder chavista utiliza el Foro de Sao Paulo, creado por Castro y Lula hace treinta años, para impulsar la ola de protestas latinoamericanas

«Los pueblos nos estamos uniendo. Tendremos un gran encuentro para revisar los planes. Hasta hora podemos decir que de los mandatos del Foro de Sao Paulo tienen orden cumplida», proclama Diosdado Cabello. El «número dos» del chavismo insistió en que una «brisa bolivariana» recorre América Latina, pero negó que el régimen de Nicolás Maduro impulse protestas o vandalismo en Colombia y otros países de la región. Afirmó que el apoyo es solo «espiritual y moral».

Pero hay evidencias de lo contrario. Desde Colombia, el ex presidente Álvaro Uribe ha señalado que el Foro de Sao Paulo impulsa estrategias de desestabilización en Latinoamérica, como también lo ha dicho Julio Borges, el comisionado para las relaciones exteriores del Gobierno interino de Juan Guaidó, que afirmó tener pruebas de al menos 16 acciones concretas de Maduro.

Entre ellas está la reunión que el Foro de Sao Paulo realizó en julio en Caracas, auspiciada por el régimen bolivariano, posterior a la cual se anunció el rearme de las FARC en Colombia y el objetivo de cambiar la Constitución de Chile y el impulso de causas populares en países como Ecuador, cuyo ex presidente Rafael Correa se ha visto en la capital venezolana dos veces este año.

El Foro de Sao Paulo es una organización creada por Fidel Castro junto a Lula da Silva hace tres décadas, y Maduro se ha convertido en uno de sus más fervientes defensores. «Les puedo decir desde Venezuela que estamos cumpliendo el plan, va perfecto. Ustedes me entienden. El plan va en pleno desarrollo, victorioso. Todas las metas las estamos cumpliendo una por una. Debemos seguir articulando», dijo el mandatario en octubre, cuando buena parte de la región era un hervidero de protestas.

«No podemos subestimar el proyecto de poder de la izquierda continental, el que ha impulsado Cuba durante 60 años. Esa izquierda se ha organizado para obtener el poder, no solamente en lo ideológico sino en lo político», expone el politólogo Pedro Urruchurtu, un convencido de que las casualidades no existen en la desestabilización latinoamericana. «Una cosa es que exista la protesta legítima, ciudadana, pacífica, y otra es que grupos de choque se aprovechan del descontento y de una demanda social para generar caos y violencia que les permiten incluso alimentar su narrativa de que los pueblos están hartos de medidas neoliberales que hay que derrotar», añade.

El planteamiento se robustece cuando en las protestas de Chile y Ecuador decenas de venezolanos fueron arrestados por participar en actos violentos. Las autoridades de Quito encarcelaron a 57 extranjeros, de los cuales 41 eran venezolanos. Durante la última semana, en medio de los tumultos en Colombia, el Gobierno de Iván Duque deportó a otros 83 venezolanos por generar «vandalismo y violencia».

Según Borges, se trata de grupos que han sido enviados desde Caracas. En ellos estaría infiltrado incluso Wilmer Apóstol, el segundo al mando de la ministra de Prisiones chavista, Iris Varela, quien supuestamente ingresó con un grupo de personas a Argentina, a donde también habría sido llevado «un grupo del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional [Sebin]» con el objetivo de contactar a «grupos radicales de la izquierda más violenta».

En el caso de Bolivia, tras la salida de Evo Morales del poder, el chavismo ha insistido en que el exiliado en México «volverá» y el pueblo boliviano «no dejará las calles».

Por si fuera poco, el comisionado especial de Seguridad del Gobierno de Juan Guaidó, Iván Simonóvis, ha afirmado desde Washington que en una base militar de Caracas se realizó un encuentro entre Maduro, Cabello; la vicepresidenta Delcy Rodríguez, el jefe de la Dirección de Contrainteligencia Militar, Iván Hernández Dala, y varios representantes de «colectivos» nacionales y foráneos, como el chileno Héctor Llaitul y el colombiano Hernán Velásquez Saldarriaga, de las FARC. La cita habría servido para acordar potenciar protestas en países con gobiernos «enemigos» y diseñar estrategias de entrenamiento.

Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello de Venezuela, duda que Maduro pueda realmente influir en la región. «A lo mejor pueden hacer pequeños aportes de dinero, pero no tienes capacidad para desestabilizar un Gobierno. Yo creo que es pura fanfarronería. Que un régimen que no puede gobernar a su propio país pueda desgobernar a otro es un poco complicado de entender».

En enero, el Foro de Sao Paulo tendrá nueva cita en Caracas, que reunirá a políticos y movimientos sociales de la región con el foco en la comunicación.