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La hora decisiva en el pulso entre Macron y los sindicatos en Francia

Calma tensa en Francia. Los «chalecos amarillo» se suman a la huelga indefinida

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Con el transporte paralizado en los núcleos urbanos, los trabajadores pensando cómo ingeniárselas el lunes para seguir sobreviviendo a la huelga y los comerciantes poniendo el grito en el cielo por si esta situación se alarga hasta Navidad. En este ambiente París está pasando un fin de semana de calma tensa con la suma de los «chalecos amarillo» a la huelga indefinida, la resaca de las movilizaciones del pasado jueves y en espera de las nuevas protestas previstas para el martes. Y en este intervalo, cualquier desplazamiento es una odisea. Hoy domingo, catorce de las dieciséis líneas del metro parisino permanecen cerradas y la situación amenaza con prolongarse. Los impulsores de la huelga creen que su estrategia de máxima presión al Gobierno está funcionando.

Lo que suceda en las próximas horas se antoja fundamental tanto en la reforma de las pensiones como en el futuro político del presidente Emmanuel Macron, cuyo mensaje es claro: el proyecto de ley de la reforma que pretende unificar en un régimen único a los 42 existentes hasta ahora no se retira y va a seguir adelante, eso sí, el Ejecutivo promete flexibilidad en el calendario y compensaciones en algunos sectores.

El martes será una fecha clave para tomar el pulso a la calle y saber si después de los últimos mensajes enviados por parte del Ejecutivo y de los sindicatos, la calle se desinfla o por el contrario, se inflama aún más. Y al día siguiente, el miércoles, con la resaca de lo que ocurra, el primer ministro, Edouard Philippe desvelará los detalles de la reforma, algo todavía desconocido. De momento, Philippe se concentra en mandar mensajes conciliadores que preparen el terreno para la batalla decisiva.

Semana clave en Francia

Sin duda, el inicio de esta próxima semana está marcado a rojo en un calendario en el que ambas partes desarrollan sus movimientos con un único objetivo: convencer a la opinión pública que la culpa del bloqueo la tiene el otro. Pero ninguna de las dos partes tiene la convicción de salir victoriosa.

Macron juega con un valioso dato: un 61% de franceses está a favor de armonizar el complejo sistema de pensiones que produce situaciones de injusticia entre sectores. Pero del otro lado, los sindicatos y parte de la oposición de izquierdas y de ultraderecha han conseguido expandir entre la opinión pública la idea de que la reforma está destinada a beneficiar a las aseguradoras privadas en detrimento del régimen público. Un argumento que circula con fluidez incluso sin que se conozcan los detalles.

Y mientras tanto, hay quien piensa que el Ejecutivo francés con tal de salvarse es capaz de hacer pasar la reforma completamente descafeinada. En su editorial de portada de este fin de semana y bajo el título de «Una factura cara», el diario «Le Figaro» afirma que el Gobierno «parece dispuesto a una generosidad universal» con tal de salvar partes de la reforma, aunque sea despojándola de los atributos de equidad, simplicidad, eficacia y sostenibilidad financiera que eran su razón de ser.