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Coronavirus

El coronavirus llegó a Estados Unidos en enero por California

Pese a que el epicentro está en Nueva York, una mujer fallecida el 6 de febrero en Santa Clara es la primera víctima identificada en este país

The coronavirus disease (COVID-19) outbreak in Los Angeles
Una mujer se manifiesta en la calle con una máscara con la bandera de EE UUMIKE BLAKEReuters

El coronavirus golpeó EEUU antes de lo que se creía. Lo demuestran dos autopsias realizadas en el condado de Santa Clara, California, a dos personas fallecidas en sus casas el 6 y el 17 de febrero respectivamente. Según el Washington Post, que publicó la exclusiva a partir de las declaraciones de varios funcionarios de salud del Estado, el análisis de los tejidos fue concluyente: COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus que llegó del este. Especialmente significativa resulta la muerte del día 6, que adelanta el contador de decesos en casi un mes. Hasta ahora la primera muerte admitida por COVID-19 en EEUU había tenido lugar el pasado 29 de febrero, en el Estado de Washington.

Santa Clara, cuya principal ciudad, San José, es la tercera más populosa del Estado, es también el hogar de Silicon Valley, epicentro de la industria tecnológica estadounidense. En declaraciones al Post, Jeff Smith, médico del condado, explicó que «el hecho de que hubo muertes relacionadas con el Covid a principios de febrero es muy significativo, porque significa que el virus estuvo mucho más tiempo de lo que se había pensado inicialmente. Ha existido por un tiempo, y probablemente se ha estado extendiendo en la comunidad durante bastante tiempo».

Que la enfermedad habría llegado antes de lo previsto ayudaría a explicar el porqué del espectacular pico de enfermos, que llegó unas semanas más tarde, y que no entran en el radar de las autoridades sanitarias y el sistema mediático hasta que no saturan las urgencias hospitalarias. También resultaría crucial si finalmente se demuestra, como parecen indicar todos los indicios, que los fallecidos no habían viajado fuera de EEUU, con lo que se trataría de contagios sucedidos en la propia comunidad, no importados.

Según informaba el periódico propiedad de Jeff Bezos los fallecimientos de Santa Clara habrían coincidido con las primeras restricciones impuestas por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, que obligó a que sólo se hicieran tests a las personas que presentaran un cuadro agudo de síntomas compatible con los síntomas del COVID-19-. De ahí que muchos casos no habrían sido detectados, unos leves y otros de personas que fallecieron sin diagnóstico.

Hasta el punto de que periódicos como el New York Times y diversas instituciones han calculado que a las cifras de muertos a consecuencia del coronavirus tocará añadir varios miles de muertos. No menos de 28.000 para 11 países entre el 9 de marzo y el 5 de abril: en el caso de España el diario neoyorquino explica que habríamos sufrido 7.300 fallecimientos adicionales por coronavirus y/o por el descalabro sanitario provocado, y que en buena lógica, como por cierto ya han hecho Estados como Nueva York, tocaría a añadir a los 12.401 muertos oficiales.

Desempleo masivo

En el total del país, a 23 de abril, los casos confirmados eran ya 854.490, según el contador de la Universidad John Hopkins. Una tragedia sanitaria que debe añadirse a la debacle económica, con más de 4,4 millones de estadounidenses que se habrían dado de alta en el paro durante la última semana, con lo que el número total asciende ya a 26,5 millones en EEUU. Unas cifras colosales, que anuncian tiempos sombríos y que, mezcladas con la dispar respuesta en los estados y las vacilaciones y desmentidos que llegan desde la Casa Blanca, alimentan las crecientes protestas contra el confinamiento.

En la que posiblemente sea la región afectada, Nueva York, epicentro nacional, e internacional, de la pandemia, empero, no hay manifestaciones de ciudadanos ávidos de que el gobernador Cuomo arranque la desescalada. Y eso que las predicciones de los economistas avisan de que ya se han perdido miles de millones de dólares de recaudación municipal, que más de la mitad de los restaurantes de la ciudad podrían estar ya condenados al cierre definitivo y que nadie sabe cómo podrán reabrirse puntales tan importantes como los grandes museos, los auditorios de conciertos y los teatros de Broadway.

Menos mal que, al menos, Cuomo, durante su rueda de prensa diaria, anunció que en un estudio realizado a 3.000 neoyorquinos se ha demostrado que muestran que el 13.9% presenta anticuerpos contra el coronavirus. Son unas cifras espectaculares. Todavía muy lejos de la ansiada inmunidad de grupo o rebaño, que en ningún caso puede ser inferior al 60%, y que en realidad más bien deberá rondar el 80%. Pero que permiten albergar la esperanza de que la tasa de contagios haya sido bastante superior al 3 o el 5% por el que apostaban las predicciones más conservadoras.

Sin olvidar que el 13,9% hablaría de una enfermedad con unas tasas letales bastante más tolerables. Cuomo ha recalcado la importancia de que la muestra haya sido realizada con personas que se encontraban en el exterior, en supermercados y otras superficies comerciales, y no con gente aislada en sus casas en cuarentena.