Colapso hospitalario
Desde esta madrugada, Portugalha cerrado sus fronteras conEspaña, al menos, hasta el próximo 10 de febrero. Se trata de una medida excepcional para evitar los desplazamientos entre países cuando la nación lusa ha alcanzado cifras de contagios y muertes que rebosan su capacidad de gestión. Con las cifras más actualizadas, Portugal ha reportado un total de 12.179 muertes por COVID-19 y 711.018 casos, siendo esta la media móvil de siete días de casos y muertes per cápita más alta del mundo.
Ante esta situación, se ha impuesto un blindaje territorial y medidas más duras para controlar la pandemia en unos días en los que la presión hospitalaria ha llegado al 99,17%. Del total de camas de UCI dispuestas para tratar a pacientes de covid, 850, ya hay 843 unidades ocupadas por pacientes en estados más agravados. Por esta razón el Gobierno de Antonio Costa se ha planteado la posibilidad de derivar pacientes a otros países.
¿Cómo viven los jóvenes una situación de cierre de este tipo?
LA RAZÓN ha conversado con Marco (gestor comercial, 26), Nicole (estudiante, 24) y José Alves (estudiante, 24), tres jóvenes que viven en Oporto, la segunda ciudad más poblada de Portugal, para conocer sus perspectivas sobre la agravada crisis que vive el país.
Nicole lo ve con bastante resignación “Solo salgo cuando es necesario y procuro respetar las normas impuestas”. A Marco no le han afectado directamente estas medidas porque “igual tengo que salir a trabajar”. Para José Alves, ha cambiado el desarrollo de sus actividades como estudiante: “El aumento de las restricciones no solo ha afectado directamente el desarrollo de las evaluaciones de mi universidad, sino que también el estilo de vida al que nos veníamos acostumbrando”.
El confinamiento más estricto ha obligado a muchas personas a entrar en rutinas digitales a las que no estaban acostumbrados, como le ocurrió a Nicole: “solo sales de casa para hacer lo necesario y el resto de las tareas, si es posible, se hacen de forma online algo que me costó mucho porque era una persona que no conectaba a las tecnologías. José Alves lo ha vivido como un retroceso: “Luego de salir del confinamiento del año pasado, muchos intentamos adaptarnos a la nueva realidad. Con estas medidas impuestas nuevamente, siento un retroceso. Sin duda he sentido el cambio, el encierro hace parte de mi día a día y mi único ‘paseo’ consiste en ir al supermercado cada 2 semanas”.
Las medidas
El gobierno luso ha atribuido el aumento de contagios a la existencia de nuevas cepas del virus. Uno de los focos de las críticas recae en la relajación de las medidas de confinamiento en diciembre incluso sabiéndose de la existencia de estas mutaciones más contagiosas. “Es inadmisible que a esta altura de la pandemia el gobierno portugués siga tomando las decisiones equivocadas para frenar el aumento de casos. En diciembre tuvimos muy pocas restricciones y ya se conocían las nuevas cepas y las posibles consecuencias”, nos explica José Alves. Marco piensa de forma similar “Siento cierta reticencia debido a la lentitud en la toma de decisiones”.
Natalia, por su parte, valora que la gestión del gobierno no ha sido asertiva por el desconocimiento “Tengo la sensación de que ni siquiera el Gobierno sabe muy bien cómo afrontar la situación, lo que también se ha manifestado en un cierto pánico en algunas de las decisiones tomadas”.
El cierre de las fronteras: tarde e inútil
El Ejecutivo portugués valoraba como “inútil” la decisión del gobierno alemán de prohibir la entrada de personas con origen en la nación lusa para evitar la propagación de otras cepas. Luego del anuncio del cierre de fronteras entre España y Portugal, las opiniones tienen un sentido similar.
Marco lo compara con los cierres anteriores en el impacto a la economía “En cierto modo me parece correcto ya que es una forma de evitar que el virus se siga propagando. Por supuesto para el aspecto económico volverá a tener un gran impacto”. José Alves piensa que es una medida más que, sin la responsabilidad ciudadana, no surtirá ningún efecto: “Aunque esta es sin duda una decisión para evitar seguir esparciendo el virus por Europa y bajar la cifra de casos que podrían provenir del exterior, no creo que represente una solución real al problema, ya que de nada nos sirve mientras los portugueses sigan sin acatar muchas de las restricciones y desplazándose internamente como si no existieran limitaciones impuestas”.