Italia

La división interna devora a los «grillinos»

Arranca la discusión en el Parlamento de la reforma judicial, una condición para que Italia reciba parte de los fondos europeos

El fundador del Movimiento 5 Estrellas, Beppe Grillo
El fundador del Movimiento 5 Estrellas, Beppe GrilloMAX ROSSIREUTERS

El 8 de septiembre de 2007 Beppe Grillo, un cómico muy popular en Italia desde los años 80, reunió a miles de personas en la Plaza Mayor de Bolonia para exigir que en el Parlamento no se sentaran políticos condenados por la Justicia, lo que en aquel momento habría supuesto mandar al paro a un 10% de sus señorías. La movilización fue un éxito. «¡Yo no quiero hacer un partido, quiero destruirlos, son el cáncer de la democracia, tenemos que volver a apropiarnos de la política!», lanzó con vehemencia desde el escenario. Bautizada como el «Vaffanculo day» –el día de a tomar por culo, en italiano–, aquella manifestación fue el embrión del que dos años más tarde nacería el Movimiento Cinco Estrellas (M5E).

Una década después, el partido que mejor supo recoger el hartazgo de los italianos hacia su clase política tras el «crack» financiero está sumido en su propia crisis. Como Syriza en Grecia o Podemos en España, el M5E experimentó un crecimiento fulminante que le llevó de las calles a los sillones del Gobierno sin apenas tiempo de digerir el éxito. Con el grito de «abriremos el Parlamento como una lata de atún», un ejército de desempleados, estudiantes y profesionales liberales irrumpieron en las instituciones tras las elecciones de 2013. Cinco años más tarde, la formación fue la más votada con el 32% de los sufragios.

Después de gobernar en coalición con la Liga de Matteo Salvini y con los socialdemócratas del PD en los dos primeros años de legislatura, la llegada de Mario Draghi al Palazzo Chigi puso fin de forma abrupta a la parábola «grillina». Por el camino, el partido que nació para luchar contra la «casta» ha perdido la mitad de sus votos y está al borde de la escisión. Marco Tarchi, profesor de la Universidad de Florencia, cree que el error ha sido ser desleales a su propia hoja de ruta. «Han traicionado la promesa de ser verdaderamente diferentes a los demás, de no querer ser partido, de no levantar una clase de políticos profesionales celosos de los puestos alcanzados, de promover una democracia más directa», sostiene el politólogo. «El riesgo de convertirse en un partido tradicional siempre está ahí, pero es necesario saber gestionarlo. Si se cede en lo fundamental, la confianza de los votantes se debilita», apunta.

Los pactos a izquierda y a derecha para mantenerse en el poder también han desencantado. «La alianza con la Liga ya había sacudido estas convicciones, pero fue digerida mejor porque el espíritu populista común de ambas formaciones les permitió mantener su lucha contra el sistema; pero el pacto con el PD, exponente típico del ‘establishment’, ha decepcionado enormemente», analiza Tarchi. Una vez pasado el testigo a Draghi en febrero, el M5E se propuso poner freno a la sangría de votos y a la huida de cargos electos. El ex primer ministro Giuseppe Conte estaba llamado a ser el nuevo líder de la formación, pero advirtió a Grillo de que era necesario reformar el partido desde sus cimientos si querían recuperar algún día el poder. Esta vez, el abogado no estaba dispuesto a ser de nuevo una marioneta en manos de otros. Había aprendido la lección tras su primera experiencia a la sombra de Salvini. Su gestión personalista de la pandemia, además, le había convertido en uno de los políticos mejor valorados por los italianos. Una luna de miel que aún se mantiene y que le hizo coquetear con la idea de fundar su propia criatura política.

Durante cuatro meses, el líder «in pectore» elaboró un nuevo estatuto que ponía patas arriba el ADN de la formación, sentaba las bases de un nuevo proyecto progresista y ecologista, y dejaba prácticamente sin funciones al fundador, considerado una suerte de garante de las esencias del movimiento. «No puedo involucrarme en un proyecto en el que no creo. Grillo tiene que decidir si ser un padre generoso o un padre protector», lanzó. Un ultimátum al que el cómico no tardó en responder: «Conte no tiene visión política ni capacidad de dirección», dijo en un polémico vídeo en el que daba por amortizado al abogado. «Me siento como si estuviera rodeado de toxicómanos que me piden la pastilla que les hará creer que los problemas han desaparecido». Pero esta vez, los acólitos del cómico no le rieron la gracia.

Pesos pesados del partido han tratado de mediar en esta guerra fratricida. Hace unos días, Grillo y Conte se vieron las caras en un restaurante para alcanzar un acuerdo «in extremis» sobre el nuevo estatuto, que deberá ser votado esta semana por los inscritos. «Ahora pensemos al 2050», celebró el fundador. De momento, la tregua continúa.

La semana pasada, el ex primer ministro se reunió con Draghi para negociar la polémica reforma de la Justicia que llegó ayer al Parlamento. El encuentro oficializó el retorno de Conte como líder del M5E. El asunto es delicado porque la reforma es uno de los caballos de batalla del partido y no todos están dispuestos a hacer concesiones para garantizar la estabilidad de Italia.