Inmigración

EE UU y México, en crisis migratoria permanente

Migrantes, la mayoría haitianos, cruzan el río Grande para evitar ser extraditados por la Policía de EE UU
Migrantes, la mayoría haitianos, cruzan el río Grande para evitar ser extraditados por la Policía de EE UUALLISON DINNERAgencia EFE

Además de los errores evidentes por parte de la Administración Biden en la crisis de Afganistán, se suma otra coyuntura de difícil solución asentada en la migración. Nuevamente la frontera sur de Estados Unidos que colinda con México escenifica un hervidero en la pretensión de miles de «soñadores» que buscan un mejor futuro en la tierra del Tío Sam. Días atrás, las imágenes de policías a caballo, persiguiendo y maltratando a cientos de haitianos que pretendían ingresar por la frontera de manera ilegal, electrizaban a la opinión pública y ponía a la Administración Biden en otro aprieto.

Recordemos: en junio de este año –hace apenas tres meses– la vicepresidenta de la primera potencia del mundo pidió –en Guatemala y en visita oficial– a los «caminantes» que se dirigían a la frontera: «no vengan a Estados Unidos». El propio presidente Joe Biden ha afianzado su política de «cero tolerancia» tanto en lo discursivo como en lo ejecutivo. Por su parte, el secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, afirmó días atrás: «Si vienes a Estados Unidos ilegalmente, serás devuelto. Tu viaje no tendrá éxito y pondrás en peligro tu vida y la vida de tu familia».

Su vecino, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, hizo pública una carta donde le pide al presidente Biden que apoye iniciativas para frenar la ola migratoria, de la cual México se ve afectado directamente por servir de puente: «Nada más dos programas (Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro) ¿Qué el Senado de Estados Unidos no puede aprobar esto, se van a llevar más de un año en discusión? (…) ¿Qué vamos a seguir deteniendo a migrantes?».

Cualquier iniciativa en el corto plazo resultará seguramente un «paño tibio» para arreglar un problema complejo de solucionar. Ciertamente, podría significar un avance, pero la crisis migratoria concluirá en la medida en que América Latina no solamente crezca económicamente (eso es mucho, pero es poco a la vez), sino también se desarrolle con estabilidad y los Gobiernos le ofrezcan verdaderas oportunidades de futuro a sus gobernados.

Mientras tanto, Biden debe seguir «apagando este incendio» que no mitigará durante su Administración. Es tan complejo el asunto y requerirá de tanto tiempo, que el presidente norteamericano prefirió no abordar el tema durante su primer discurso en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, días atrás. Por ahora, el problema resulta un perder-perder. Si flexibilizas, pones en riesgo la seguridad ciudadana y la estabilidad del propio sistema en el mediano plazo. Y si endureces, como lo está haciendo, traicionas hasta cierto punto el aura empática y abierta que los demócratas y este presidente intentó construir durante la campaña. Por ahora, la táctica elegida para evitar que su legitimidad pierda fuerza ha sido guardar silencio. Esto parece ser lo más beneficioso, por lo menos para él, no ya para los «soñadores» y tampoco para México.