Chile
Los “ultras” de Chile y Latinoamérica
Ojalá Boric no siga el ejemplo de la ultraizquierda que ha acabado con América Latina y todavía tiene secuestrada a Cuba, Nicaragua y Venezuela
Menos de dos horas después del cierre de las mesas electorales en Chile y antes de que se terminara el conteo de votos, tanto el candidato José Antonio Kast como el presidente Piñera llamaron a Gabriel Boric para reconocer su triunfo y felicitarlo. No había terminado de caer la noche del domingo y ya todo Chile conocía el nombre de su nuevo presidente y era testigo de otro cambio político ocurrido de forma democrática. Otra vez los que están en el poder se van de forma pacífica aceptando la voluntad del pueblo, algo que no ocurre en otros países donde esa posibilidad no existe. Y es justamente este detalle el que nos obliga a reflexionar sobre la connotación y significado de la palabra “ultra”, que gran parte de la élite mediática e intelectual le adjudicó exclusivamente al candidato de la derecha chilena.
La segunda vuelta de la elección presidencial en Chile estuvo altamente polarizada entre dos propuestas ideológicas antagónicas, de eso no hay duda, sin embargo solo una de las opciones fue llamada “ultra”, al igual que se ha hecho durante los últimos meses para referirse también al presidente Piñera. Que para algunos exista solo la ultraderecha y no la ultraizquierda es ya delatador. Y es que después de cien millones de muertes todavía no se atreven a calificar el comunismo como “ultra”, es simplemente izquierda, mientras que cualquier proyecto conservador es sospechoso de fascista aunque sea estrictamente democrático.
El caso es que el candidato “ultra” de Chile reconoció su derrota en tiempo récord. Por su parte, el presidente “ultra” que ya había permitido un proceso constituyente debido a la presión social, felicitó al ganador y lo invitó a una reunión para iniciar un traspaso de mando institucional. Si así fueran todos los “ultras”, en Latinoamérica no existieran las tiranías de Díaz Canel, Maduro y Ortega. Es hora de poner las cosas en su lugar, una derecha que gobierna respetando las instituciones y que entrega el poder de forma pacífica, no es ultra. En cambio, los presidentes que no permiten elecciones o hacen fraudes para mantenerse perpetuamente en el poder y ejercerlo de forma absoluta y totalitaria, son a todas luces “ultra”. ¿O no?
Ojalá, Boric entregue el poder en el futuro de la misma forma que se lo están entregando a él, y no siga el ejemplo de la ultraizquierda que ha acabado con América Latina y todavía tiene secuestrada a Cuba, Nicaragua y Venezuela.
José Ignacio Guedez Yepez, Presidente de la Asociación Causa Democrática Iberoamericana
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