Represión en Irán y Afganistán
2023, el año de la resistencia femenina
La revuelta en marcha de las iraníes contra el régimen de los mulás y el despertar de las afganas contra la dictadura talibán serán protagonistas del año recién estrenado
El año que acaba de comenzar será, como también lo fue gran parte de 2022, el de la resistencia femenina en algunas de las partes del planeta donde las mujeres siguen sufriendo persecución y marginación. Dos países destacan por encima del resto: Afganistán, donde las mujeres se han visto excluidas de la vida pública en apenas unos meses por el régimen talibán, y en Irán, escenario de una inesperada y heroica rebelión femenina por la libertad y contra las autoridades de la República Islámica.
Irán, la revuelta femenina contra los ayatolás
En Irán, 2023 promete arrancar de una manera tan prometedora como en los últimos meses del año pasado. Lo que comenzó siendo una pequeña protesta contra la muerte, el pasado 16 de septiembre, de la joven Mahsa Amini a manos de la Policía de la moral iraní –su crimen: no haberse colocado bien el hiyab- acabó convirtiéndose en un movimiento resistencia que ha sacudido los cimientos de la teocracia de los ayatolás. El régimen sufre en estos últimos meses el mayor golpe a su legitimidad desde su implantación en 1979.
Amini, que acababa de encontrar trabajo en un comercio de su localidad natal, Saqez, en el Kurdistán iraní, había viajado a Teherán para visitar a unos familiares. La joven, que soñaba con estudiar algún día en la universidad, fue abordada en compañía de su hermano por un agente de la citada Policía de la moral al salir del metro. Según sus familiares, las agresiones físicas sufrida a manos de los agentes le costarían la vida después de tres días detenida.
La indignación por la muerte de la joven empujó, primero en las puertas del hospital donde perdió la vida y después en el funeral celebrado en su localidad natal, a las mujeres iraníes a protestar contra las autoridades iraníes. Apenas tres días después las movilizaciones llegarían a las universidades de Teherán para acabar trascendiendo el rechazo de la muerte de Mahsa Amini y convertirse en una condena general de la teocracia iraní. El gesto de las jóvenes iraníes deshaciéndose de sus velos y prendiéndoles fuego y cortándose mechones del cabello dio la vuelta al mundo para convertirse en un símbolo. El día 26 de diciembre se cumplían los cien días de movilizaciones y protestas sin visos de que sus promotores estén dispuestos a ceder.
Como no podía ser de otra manera, al régimen de los ayatolás no le ha temblado el pulso y se ha empleado con toda su crudeza contra toda contestación y disidencia. Según las ONG, en torno a medio millar de personas ha perdido en la vida en las protestas desde septiembre, más de medio centenar de menores entre ellas, y se contabilizan más de 15.000 detenidos, mayoritariamente jóvenes. Al menos dos millares de personas han sido ya acusadas de diversos delitos vinculados con las protestas y 11 de ellas han sido condenadas a muerte (dos de ellas, varones de 23 años, ya ejecutadas).
La rebelión de las mujeres iraníes por la libertad seguirá centrando la atención internacional en 2023. La revista estadounidense “Time” eligió a las mujeres iraníes, calificadas de ‘héroes del año’, para su primera portada de 2023. Aunque el régimen parece resistir el embate de la revuelta de la dignidad femenina, los especialistas no descartan que a lo largo de 2023 que la revuelta puede comprometer su futuro. “Hemos visto cómo la ciudadanía tiene como objetivo derrumbar los símbolos de la República Islámica. Se ha tumbado el muro del miedo, el principal obstáculo para salir a la calle”, afirma el analista especializado en Irán Daniel Bashandeh.
“Habrá que seguir muy de cerca la intensidad de las movilizaciones, que se han vuelto más trasversales. Si bien el detonante fue la muerte de Mahsa Amini, ahora las movilizaciones van a incluir la variable económica debido a la inflación, la corrupción, las tasas de desempleo y el aislamiento económico”, apunta el experto a La Razón. “Por ahora el ala dura del régimen no ha dado señales de querer apaciguar con medidas a la ciudadanía. Durante el invierno el régimen tratará de dar una imagen de normalidad y vender un relato propio al exterior. Es consciente de que lo ha perdido”, augura Bashandeh.
Afganistán: creciente resistencia
En menos de año y medio desde su regreso a Kabul, la nueva generación de talibanes ha dejado claro que sus ideas y praxis no distan en demasía de las de su primera etapa de dominio en Afganistán (1996-2001). A pesar de las iniciales promesas de moderación por parte de los líderes insurgentes, la primera y previsible víctima de los talibanes ha sido la población femenina, desprovista de los derechos y libertades de los que pudo disfrutar en los últimos años y excluida ya casi enteramente de la vida pública del país de Asia Central.
Primero, en marzo del pasado año, fue el veto de las niñas y adolescentes a la enseñanza primaria y secundaria. A finales del pasado mes de diciembre los insurgentes, que llegaron al poder en una fulgurante operación militar en agosto de 2021, culminaban la infamia al prohibir a las mujeres el acceso a las universidades afganas. Entretanto, y salvo excepciones, las mujeres se han visto obligadas a abandonar sus empleos fuera del hogar: vuelven a quedar relegadas al ámbito doméstico y a quedar sometidas a la tutela de sus familiares masculinos, además de verse obligadas a aceptar un riguroso código de vestimenta.
Pero los tiempos también están cambiando en el país de Asia Central y las mujeres afganas han protagonizado, tanto de manera individual como colectiva, valientes iniciativas de resistencia a las decisiones de los mandos talibanes. Entre otras, como reacción al veto de las mujeres en el ámbito educativo, estudiantes de todo el país desafiaron a los talibanes acudiendo a las aulas para hacer sus exámenes de acceso a la universidad, concentrándose en las entradas de las distintas facultades y hasta abriendo gimnasios e instalaciones deportivas clandestinas.
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