Política

Manuel Coma

A la italiana

A la italiana
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Lo que tenía que pasar pasó, y por fin, dos meses después de las elecciones, Italia forma Gobierno de la única manera posible: mediante un entendimiento entre los dos partidos .

Lo que tenía que pasar pasó, y por fin, dos meses después de las elecciones, Italia forma Gobierno de la única manera posible: mediante un entendimiento entre los dos partidos clásicos de los últimos veinte años, experimentados enemigos durante todo ese tiempo: el Partido Demócrata, que recoge a gran parte de la izquierda que se ha ido corriendo hacia el centro, y el Pueblo de la Libertad, el centro derecha del inevitable Berlusconi. Los dos pilares de un sistema considerado por muchos italianos como profundamente carcomido y no parte, sino la esencia misma del problema político, para el que los votantes no encuentran alternativa. Mostraron su disgusto acudiendo a las urnas en menor número del muy elevado en que solían hacerlo, y sobre todo expresando un inopinado voto de protesta por el partido inventado por el cómico Beppe Grillo, inveterado e implacable crítico de ese sistema, que podía haberse convertido en la clave de la gobernabilidad y el tutor de una profunda reforma, pero que con su esperpéntico radicalismo y la incoherencia de sus tropas ha conseguido, ya desde el inicio, asustar a muchos de sus votantes de un día. Con Grillo bramando y autoexcluido muy a su pesar, o las dos partes tradicionales del arco político se daban la mano o nuevas elecciones. Así lo dijo Berlusconi desde el principio y así lo insinuó muy claramente Napolitano, el político más respetado de Italia, que a sus 87 años ha aceptado repetir en la presidencia para sacar al país del atolladero, en vez tomarse el apetecido descanso. Para llegar a esta solución y evitar una nueva consulta de incierto resultado que se prolongaría aún varias semanas, ha sido necesario que dimitiese el jefe de los demócratas, que había fracaso en el primer encargo como cabeza del partido más votado, aunque por un margen mínimo. Su sucesor, Enrico Letta, ha coronado sus gestiones con éxito, pasando bajo el arco triunfal de Berlusconi. Italia tiene pues Gobierno... o no. El acuerdo, llamado en Italia algo muy parecido a chanchullo, ha dejado heridas en el centro izquierda y tiene ahora que demostrar que funciona.