Los «niños bomba» del califato

Las autoridades detienen en el norte de Irak a un menor con un cinturón explosivo oculto bajo la camiseta. El pequeño había sido secuestrado por el Estado Islámico en Mosul

Vestido con la camiseta del Barcelona FC –con la del número que juega Messi– para no levantar sospecha, un niño de apenas 12 años fue detenido la noche del domingo por las fuerzas «peshmerga» en Kirkuk. Cuando cachearon al menor descubrieron que llevaba oculto un cinturón de explosivos. El pequeño kamikaze, que dijo venir de Mosul, había sido raptado por el Estado Islámico (EI) y obligado a convertirse en niño bomba. Afortunadamente, las fuerzas kurdas lo interceptaron antes de que pudiera cometer una masacre. No obstante, una hora antes, otro atacante suicida se inmoló contra una mezquita chií en esta misma ciudad hiriendo a dos personas.

El grupo terrorista más temido recurre a niños para llevar a cabo acciones suicidas. La mayoría de los portadores de las bombas son menores de entre 10 y 14 años que han sido retenidos en su momento por los yihadistas y a los que se les ha sometido a un proceso de lavado de cerebro. Entrenados como «cachorros» del EI, están expuestos a ver vídeos propagandísticos de ejecuciones sumarias, amputaciones, lapidaciones o crucifixiones.

La organización terrorista dedica sesiones especiales para el adoctrinamiento de los menores, cuyas edades oscilan entre los cinco y los 15 años. En el entrenamiento los adolescentes yihadistas reciben clases de artes marciales, uso de armas, y explosivos y doctrina religiosa.

Un estudio reciente reveló que al menos 370 menores de 16 años se enrolaron voluntariamente en el EI y recibieron formación religiosa y militar en los campamentos que se encuentran en los confines de Raqa y Mosul. El Estado Islámico ha trabajado duro para ganar pequeños adeptos a sus disciplinas yihadistas que ofertan en escuelas religiosas y campamentos militares. Incluso, en Raqa ofrecen un «bus de diversión» que va de pueblo en pueblo recogiendo a los niños.

«Militantes del EI van en un autobús blanco a través de ciudades y pueblos, con un altavoz para llamar a los niños para dar un paseo y ver dibujos animados. Pero cuando suben, los terroristas les dan charlas sobre su versión más extrema del islam y les pasan folletos para darlos a sus padres», se explica en el diario «The Washington Post».

El gran problema al que se enfrentan los menores sirios e iraquíes que viven en el autoproclamado califato islámico es que han dejado de aprender a leer y escribir para aprender a luchar y odiar a Occidente. Los yihadistas se nombran a sí mismos como «los soldados de Dios en la tierra» y, por tanto, tienen la potestad de juzgar y castigar a los «infieles» para alcanzar su fin, sin importar el medio. Una vez concluidos los ejercicios, los cabecillas del califato envían a sus jóvenes soldados al campo de batalla o los emplean en sus acciones suicidas.

En los vídeos de propaganda yihadistas hacen ahínco de sus bravos cachorros, empuñando un Kalashnikov que apenas pueden sostener en los brazos. Hasta un niño de sólo cuatro años puede convertirse en verdugo y aprender a detonar una bomba para matar a sus prisioneros.

Sólo en Irak más de 130 niños han tomado parte en los ataques y los atentados suicidas en los alrededores de la refinería de Biyi y las provincias de Al Anbar (sur de Bagdad) y Nínive (en el norte).

29 menores muertos en Gaziantep

A la espera de que se confirme si el autor del atentado en la boda de Gaziantep, en el sur de Turquía, era un niño de unos 12 años, lo que sí han confirmado las autoridades turcas es que más de la mitad de las ya 54 víctimas mortales eran menores de edad. Cerca de 70 personas siguen ingresadas en los hospitales de Gaziantep, con al menos 14 en estado grave. Asimismo, el Gobierno anunció ayer que intensificará su lucha contra el Estado Islámico, al que culpa del atroz atentado.