Colombia

Álvaro Uribe: «Santos ofrece impunidad a las FARC y eso es inaceptable»

Álvaro Uribe / Ex presidente de Colombia y senador. Augura que la Corte Penal Internacional tumbará el proceso de paz con la guerrilla

Álvaro Uribe, ex presidente de Colombia y senador
Álvaro Uribe, ex presidente de Colombia y senadorlarazon

Al ex presidente y actual senador colombiano le preocupa sobremanera el rumbo de las negociaciones que lidera el presidente Juan Manuel Santos con las FARC.

Al ex presidente y actual senador colombiano le preocupa sobremanera el rumbo de las negociaciones que lidera el presidente Juan Manuel Santos con las FARC. Álvaro Uribe (1953, Medellín), líder de Centro Democrático, se lamenta de la traición que el actual mandatario ha perpetrado con su legado –Uribe dirigió el país entre 2002 y 2010– aunque se muestra optimista ante los nuevos aires políticos que empiezan a vislumbrarse en el continente latinoamericano.

–Han sido varios los intentos fallidos de buscar la paz en Colombia. El anuncio del fin del conflicto previsto para el 23 de marzo finalmente fue anulado. ¿Veremos un acuerdo a lo largo de este año?

–No me angustian las fechas, sino el contenido de los acuerdos. Sería mejor que el Gobierno reformara ese contenido en lugar de apresurarse a firmar en una fecha determinada. Por otra parte, los varios incumplimientos de plazos han minado más la credibilidad del Gobierno nacional, pero el fondo del asunto es que son unos acuerdos sumamente nocivos para la democracia que deberían ser modificados. Sólo servirán para aumentar la violencia en el país.

–¿La fuerte apuesta del presidente Santos por la paz puede jugar en su contra?

–Al presidente Andrés Pastrana le tocó negociar con las FARC en un momento en el que el Estado estaba muy débil y las FARC muy fuertes. Si él hubiera aceptado la mitad de lo que Santos le ha dado a la milicia, ésta hubiera firmado. El actual Gobierno empezó la negociación a partir de una política de seguridad fuerte, el terrorismo estaba debilitado. Las FARC habían pasado de 30.000 efectivos (18.000 en uniforme y 12.000 guerrilleros), a 6.800. Ahora el Gobierno de Santos estima que existen 17.000. La impunidad, el debilitamiento de las Fuerzas Armadas y la falta de una política de seguridad ha llevado a un gran deterioro de la seguridad en Colombia durante los años de negociación. Esto es debido no sólo al crecimiento de las FARC, sino también del ELN (Ejército de Liberación Nacional). Este grupo, en 2010, estaba prácticamente desarticulado y ahora tiene un gran potencial criminal.

–Sin embargo, en toda negociación, ambas partes deben ceder para alcanzar un acuerdo. ¿Cuáles son sus líneas rojas?

–Nuestra objeción al proceso es la impunidad. El Gobierno ha aceptado que el narcotráfico tenga impunidad total. Existe también una impunidad disfrazada: se han producido delitos atroces que multiplican lo de París y Bruselas por 100. El Gobierno dice que no habrá impunidad porque los delitos se juzgarán, pero no dicen la verdad, porque los responsables no irán a la cárcel si reconocen el delito y les permitirán decisión política. Esto exacerba a los grupos violentos en Colombia. Tarde o temprano, el acuerdo se caerá por el estatuto de la Corte Penal Internacional, por la convención americana de los Derechos Humanos, de la que Colombia es signataria. Santos ha convertido a las FARC en un cogobierno para combatir el narcotráfico.

–¿Ha instrumentalizado Santos a las Fuerzas Armadas?

–El Gobierno ha cometido el error de tratar a nuestras Fuerzas Armadas como un actor político de la misma forma en que han tratado al terrorismo.

–Denunció el arresto de su hermano Santiago Uribe acusado de homicidio y concierto para delinquir por su motivación política. ¿Por qué ahora?

–A mi hermano le acusan de unos asesinatos ocurridos entre 1993 y 1994. Lo acusaron cuando yo era gobernador de Antioquia. Pero está preso por ser mi hermano. El actual fiscal es militante de un partido político contrario a nosotros.

–¿Cuba y EE UU están jugando un papel constructivo como agentes externos en las negociaciones?

–Me preocupa EE UU, porque para las FARC puede ser mucho más importante pensar que su impunidad esté apoyada por Washington que pensar, por ejemplo, en la dictadura de Maduro. EE UU debe reflexionar sobre este aspecto.

–¿Por qué existe tanta desconfianza, según muestran las últimas encuestas, entre los colombianos respecto a este proceso?

–La economía se ha deteriorado mucho en los últimos años, el Gobierno quitó los incentivos, la ley de estabilidad; los impuestos en el país para una empresa oscilan entre el 62-72% de sus ingresos y el endeudamiento ha subido al 52% del PIB; la inflación está muy alta, las empresas estranguladas y los trabajadores han perdido su capacidad adquisitiva. El Gobierno es derrochador, hay un fenómeno de corrupción que este Gobierno tapa a través de la adjudicación de contratos. Mientras Chávez expropiaba los medios de comunicación, ese Gobierno ha sobornado con contratos de jugosas sumas a periodistas para quitarles su independencia.

–Sin embargo, en las elecciones regionales de octubre de 2015, planteadas como un referéndum sobre Santos, su coalición fue la gran vencedora...

–Fue una votación muy repartida en una política muy fraccionada.

–¿Ha sido el presidente Santos demasiado benevolente con el chavismo?

–El Gobierno de Colombia era la voz más crítica en el continente contra el chavismo y ahora se han convertido en su gran aliado, por el interés de que éste le permitiera dialogar con las FARC. América Latina ha tenido unos liderazgos políticos muy pusilánimes con Venezuela.

–¿La respuesta del Gobierno de Colombia al cierre de Fronteras ordenado por Maduro y las deportaciones masivas de colombianos fue proporcionada?

–Maduro cierra la frontera, pero la tiene abierta sólo para el terrorismo. Las FARC y el ELN la cruzan libremente, delinquen en Colombia se esconden en Venezuela y el Gobierno colombiano no pasa de una declaración de prensa.

–¿Está más cerca el fin de Nicolás Maduro?

–Lo que es seguro es el fracaso del chavismo así como el del castrismo, que pasó 56 años ocultando su fracaso en un discurso antinorteamericano y ahora para tratar de enmendar sus errores y para poder financiarse, no han encontrado otro camino que buscar a los americanos.

–La caída de Kirchner, unida ahora a la de Lula, estandarte de la izquierda suramericana, ¿marca un cambio de ciclo en el continente?

–Brasil es un caso típico de mala herencia que dejó Lula, como la de Chávez, que murió sin saber la tragedia causada por su obra. Igual también a la de Cristina Kirchner, o la de Ecuador. América Latina debe hacer una gran reflexión, no podemos revivir los años 80 de privatizaciones ni el principio de este siglo de hostilidad al sector privado. Necesita una combinación de política de promoción al sector privado y de inclusión social.