Estado Islámico

Atrapados en el fuego cruzado

El Estado Islámico, tras hacerse fuerte en Siria e Irak, quiere extender su poder a Jordania y Líbano

La barbarie de los yihadistas. Crucifixiones, matanzas masivas, torturas sin piedad y apresamiento de mujeres para convertirlas en sus esclavas sexuales
La barbarie de los yihadistas. Crucifixiones, matanzas masivas, torturas sin piedad y apresamiento de mujeres para convertirlas en sus esclavas sexualeslarazon

El Estado Islámico ha pasado a ser una amenaza regional, ya que ha traspasado las fronteras de Irak con Siria, llegando hasta el Líbano (a la localidad fronteriza de Arsal) y poniendo en jaque al reino de Jordania. Si bien los ataques selectivos de los cazas estadounidenses han frenado su avance en el norte de Irak, en la vecina Siria el EI ha conquistado recientemente seis nuevas localidades cerca de Alepo, la segunda ciudad más importante del país. Tras expulsar a su rival, el Frente Al Nusra, filial siria de Al Qaeda, del noroeste de Alepo, ha tomado las aldeas de Al Masudiya, Al Aziziya, Dubiq, Al Gour, Turkoman y Ajtarin, considerada una zona estratégica porque le abre la puerta hacia las localidades de Marea, el más importante feudo del rival Frente Islámico, y de Azaz, en la frontera con Turquía. Si llegara a tomar Azaz controlaría el norte de Alepo, además de las provincias orientales de Al Raqa y Deir el Zor, donde varias tribus y organizaciones armadas le han jurado lealtad ante su poderío militar. Pero no todos los grupos islamistas sirios apoyan al Estado Islámico. En las montañas de Qalamún, al norte de Damasco, los combatientes sirios han creado una nueva alianza contraria al EI. El llamado «Ejército Negro de Al Qalamún Oriental» está integrado por doce grupos, entre los que figuran la Brigada de Al Fatah, la Brigada de Omar al Mojtar, la Brigada de Al Qadisiya y la Brigada de los Nietos de Aisha, entre otros. La región montañosa de Qalamún ha sido escenario de fuertes enfrentamientos entre los grupos yihadistas (Al Nusra y el EI) e islamistas, y las fuerzas sirias, apoyadas por Hizbulá. «Si no hubiéramos combatido en Qusair y Qalamún, el Estado Islámico hubiera llegado hasta Beirut y las regiones costeras», aseguró en un discurso este viernes el jeque Hasan Nasralá. EI controla «un espacio geográfico bastante importante y tiene bases en varios países árabes», alertó el jefe de la milicia chií libanesa.

Negociaciones secretas

Las montañas de Qalamún, en donde se encuentra la ciudad cristiana de Malula, hacen frontera con la ciudad libanesa de Arsal. Hace diez días, cientos de combatientes del Estado Islámico y el Frente al Nusra entraron en esta ciudad suní libanesa, que acoge a cientos de miles de refugiados sirios. El Ejército libanés tuvo que intervenir con tanques y artillería pesada y los combates se alargaron más de una semana. Arsal permanece cerrada a la Prensa local e internacional y únicamente las fuerzas de seguridad libanesas, los vecinos y los refugiados que no han huido conocen lo que ha pasado realmente allí. Testigos consultados por LA RAZÓN aseguran que «hubo fuertes bombardeos y muchos edificios están seriamente dañados», y que, al menos «un centenar de refugiados sirios perecieron», atrapados en el fuego cruzado. Todavía no hay cifras oficiales con numero el total de víctimas en la batalla de Arsal. En declaraciones a LA RAZÓN, El Sheij Nabil estimó que habían muerto 40 civiles (10 libaneses y el resto sirios) 18 yihadistas y 23 soldados libaneses. Hay otros 20 miembros de las fuerzas libaneses desaparecidos que podrían haber sido apresados por los yihadistas. Según el jeque Nabil, el Estado Islámico está negociando para «conseguir la libertad de Aymad Yumua (el líder del EI en el norte del Líbano) y de otros 300 salafistas sunies a cambio de los soldados cutivos». «Si Beirut no cede a sus demandas habrá otra ofensiva aún mayor (en Arsal)», advirtió el líder suni. Los yihadistas del Frente Al Nusra anunciaron hace unos días su completa retirada de la localidad Arsal, pero el peligro continúa.

Los combates en Arsal han sido los peores en el Líbano desde que comenzara hace tres años la guerra en Siria. Para hacer frente a los yihadistas, EE UU anunció recientemente una ayuda urgente al Ejército libanés, ya que persiste la amenaza de los yihadistas en la región de Arsal y en todo el país. EE UU entregará en las próximas semanas «municiones y armas ofensivas y defensivas al Líbano para que mejore sus capacidades, proteja las fronteras y luche contra los grupos extremistas y violentos», informó la oficina del primer ministro, Tamam Salam. Arabia Saudí también ha donado ayuda por un importe de mil millones de dólares a las fuerzas armadas libanesas para hacer frente al terrorismo. El reino Hachemita está al tanto de los acontecimientos de la región y alerta a una posible ofensiva del EI que también ha amenazado con extenderse desde el sur de Irak hacia Jordania. Recientemente, las fuerzas de seguridad jordanas han detenido a 20 miembros del Movimiento Salafista Yihadista Jordano por sus presuntos lazos con el grupo extremista suní Estado Islámico.

El perfil

Abu Bakr Al Bagdadi. Líder del Estado Islámico

El terror se encarna en el califa Ibrahim

Tras la figura de Abu Bakr al Bagdadi, ahora autoproclamado califa Ibrahim, sobrevuelan más leyendas que datos fiables. Acerca de su biografía tan sólo se sabe que nació en 1971 en Samarra, el seno de una familia ultrareligiosa y con el nombre de Ibrahim Awad Ali Al Badri Al Samarra. Estudió en la Universidad de Bagdad y se licenció en Historia. Fue durante la invasión estadounidense cuando radicalizó su discurso, ya que hasta entonces era un predicador más que transmitía el mensaje del Corán en mezquitas de Bagdad y Faluya. En 2004 fue detenido por las tropas norteamericanas y pasó cuatro años en la prisión de Camp Bucca. Fue a su salida cuando dijo a los soldados esta frase que corre con preocupación y sospechas por las redes sociales: «Nos vemos en Nueva York». Algunos ven en esta frase no una amenaza contra EE UU sino un guiño descuidado al que desde Washington no dan explicación. Fue en la cárcel donde se le hicieron las dos únicas fotografías que se tenían de él hasta que el pasado 10 de junio pronunció su discurso, ya como califa, en la Gran Mezquita de Mosul, el bastión del Estado Islámico. En 2010, Bin Laden le encomendó la tarea de liderar Al Qaeda en Irak (entonces lo hacía bajo el pseudónimo de Abu Dua) tras el asesinato de los tres anteriores dirigentes. Ahora asegura ser el único y verdadero sucesor de Osama Bin Laden, desplazando así al actual líder de Al Qaeda, Ayman Al Zawahiri, con quien mantuvo un fuerte desencuentro cuando éste le encomendó la tarea de luchar tan sólo en territorio iraquí y abandonar sus ataques en Siria. A diferencia de Bin Laden o Al Zawahiri, Bagdadi lucha sobre el terreno (escondiendo su rostro bajo una máscara) y ha aprendido la importancia de la imagen para atraer a sus luchadores, por eso transmite sus fechorías a través de las redes sociales. EE UU puso precio a su cabeza: 10 millones de dólares.