Elecciones en Israel
Avigdor Lieberman, el «segurata» que traicionó al rey
Definitivamente, Benjamin Netanyahu ya no puede ser elogiado por sus incondicionales seguidores como «Bibi, rey de Israel», el líder indiscutible de la derecha israelí. Avigdor Lieberman, que como otros líderes en su sector ideológico sirvió como ayudante del líder del Likud en los años noventa, le ha plantado cara en dos ocasiones recientemente. Y en ambas, le ha salido una jugada redonda. Primero, cuando en noviembre de 2018 abandonó el cargo de ministro de Defensa ante la «rendición al terror» de Hamas, entendida como la decisión de Netanyahu de no entrar en una guerra a gran escala en la franja de Gaza y permitir la entrada de millones de dólares qataríes. A continuación el pasado mes de abril, cuando se retiró de las negociaciones postelectorales para regresar a la coalición de Gobierno por su rechazo a aceptar las imposiciones de los partidos ultraortodoxas.
Lieberman, un judío de 61 años nacido en Moldavia que emigró a Israel, ha levantado constantes revuelos en los últimos tiempos por sus duros postulados respecto al sector árabe en Israel y los palestinos. Ex portero de discoteca y residente en el asentamiento judío de Nokdim en Cisjordania –incluso hay un carretera que conecta la colonia conocida informalmente como Ruta Lieberman, defiende el control israelí y las colonias sobre lo que el otro bando y la comunidad internacional considera «territorios palestinos ocupados» desde la Guerra de los Seis Días de 1967, pero no como un reclamo religioso basado en la huella judía en la zona. Su plantón ante el dominio de las facciones ultraortodoxas en cuestiones trascendentales como el matrimonio o el divorcio –bajo control total del rabinato–, la exención de jóvenes estudiantes en las «yeshivot» (escuelas de religión) de servir en el Ejército o la falta de transporte en Sabbat lo han granjeado una creciente admiración entre los sectores laicos liberales.
El líder que apunta a ser la llave del próximo Gobierno despertó numerosas polémicas al pedir penas de muerte para los terroristas; deportar a árabes «desleales»; espetarle un «vete al infierno» al ex mandatorio egipcio Hosni Mubarak; o proponer el traslado de poblados árabes del norte a un hipotético Estado palestino que nunca llega.
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