China
Benefactor de los indígenas y ahora de los empresarios
En el Palacio Quemado de la Paz hay una sala con sofás de cuero donde los principales empresarios suelen fumarse un puro y beber whisky tras la firma de nuevos contratos. Allí se negocia alto, pero luego se acaban quitando la corbata para jugar un partido de fútbol y comer trucha con el compañero Evo. Y es que aunque el presidente Morales cabalga sobre recursos de nacionalizaciones y un discurso populista y antiimperialista, lo cierto es que las empresas están sacando buenos réditos en el país suramericano, bautizado por algunos como «la china andina». «De confrontador ha pasado a benefactor con los empresarios y eso le ha permitido consolidar su victoria a nivel nacional», comenta el analista Gustavo Pedraza. Morales ha sacado partido del auge de los precios de las materias primas, que permitió aumentar los ingresos por exportaciones nueve dígitos, acumular 15.500 millones de dólares en reservas internacionales y un crecimiento económico promedio del 5% anual, muy por encima de la media de la región. Aunque nacionalizó compañías como Repsol, después supo renegociar los contratos y abrir el mercado a la competencia.
Es el doble rasero del presidente Morales. Por ejemplo y pese a su amor confeso a la Pachamama –madre tierra–, no le tembló el pulso a la hora de romper con los ecologistas y muchos de sus antiguos aliados indígenas por promover la minería y una carretera que atravesara la selva a través de una reserva indígena. Sin embargo, y pese a los avances económicos, Bolivia todavía se encuentra entre los países más pobres de América del Sur. Casi uno de cada cinco bolivianos vive con menos de un dólar al día. Muchos economistas también creen que la economía boliviana depende demasiado de la explotación de los recursos naturales y que es susceptible a la flexibilización de la demanda de materias primas de China.
En el primer semestre de 2014, el gas natural y la explotación de minerales representaron el 82% de los ingresos del país por exportaciones. El plan gubernamental apunta a impulsar la industrialización de las materias primas, acabar con la pobreza y asegurar los servicios básicos. Sueña con convertir sus reservas de litio en fábricas de baterías y tiene planes para crear una importante acería para fundir hierro. La economía subterránea de la coca también se lleva parte del crédito por el auge económico. Morales promueve los usos tradicionales de la coca, pero no permite el uso de la cocaína.
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