Brexit
Brexit, vuelta a la casilla de salida: la opción del segundo referéndum cobra fuerza
May se enfrenta mañana a una cantada derrota en el Parlamento que tumbará su acuerdo de salida de la UE por amplia mayoría. Este rechazo obligará al Gobierno a presentar un «plan B» que retrasará la ruptura
May se enfrenta mañana a una cantada derrota en el Parlamento que tumbará su acuerdo de salida de la UE por amplia mayoría. Este rechazo obligará al Gobierno a presentar un «plan B» que retrasará la ruptura.
Theresa May tenía otros planes. La hija del vicario, constante en todas sus tareas desde su niñez, quería pasar a la historia como la mujer que logró negociar el primer divorcio de la UE. Y, sin embargo, después de todo el sacrificio de estos últimos dos años, plagados de constantes humillaciones a su liderazgo, todo el esfuerzo no ha servido de nada. Porque el Brexit ha vuelto al punto de partida.
La «premier» ha perdido hoy en la Cámara de los Comunes el acuerdo de retirada pactado con Bruselas. Su votación estaba prevista para diciembre. Pero, en el último momento, ante la falta de apoyos, la líder «tory» decidió posponer sus planes en medio de la peor crisis institucional de Reino Unido en su historia reciente.
May tenía la esperanza de que durante las Navidades los ánimos se calmaran y sus señorías cambiaran de parecer. Sin embargo, el descontento no ha hecho más que aumentar.
El pacto ha sido rechazado por 432 votos y solo 202 a favor. Cualquier derrota por más de 200 escaños iba a ser la más bochornosa para un Gobierno británico... y así ha sido. Hasta ahora, el dudoso honor se reserva para Jim Callaghan, quien en 1978, cuando también lideraba por aquel entonces un Gobierno en minoría, fue derrotado por 108 votos ante una medida económica. El laborista logró durar un año más en el puesto. Pero con May y el Brexit el escenario sería muy distinto. Entre otras cosas porque el reloj de arena va corriendo en contra y, según el calendario, los británicos tendrían que salir del bloque el 29 de marzo.
La líder «tory» volvió a advertir ayer de que bloquear el Brexit sería un «catastrófico» e «imperdonable» atentado contra la democracia. En un artículo en «The Sunday Express», señaló que los diputados no «pueden decepcionar» al pueblo británico.
La «premier» tendrá un plazo de tres días para ofrecer un «plan B» y sus señorías podrán además presentar alternativas, por lo que todas las opciones se volverían a poner encima de la mesa, entre ellas, la convocatoria de otro referéndum. Ésta es precisamente la propuesta que defiende el «tory» rebelde Dominic Grieve, antiguo fiscal general del Estado, quien la semana pasada consiguió sacar adelante una polémica enmienda que cambia ahora las reglas del juego. Hasta la fecha, May había amenazado a sus señorías con que si no apoyaban su acuerdo, sacaría igualmente a Reino Unido del bloque sin pacto.
Sin embargo, las posibilidades de un divorcio sin convenio son ya prácticamente nulas porque la mayoría de la Cámara de los Comunes –que ahora tiene más peso que nunca– se opone. Grieve, quien ha recibido amenazas de muerte por su postura europeísta, asegura que tras el rechazo al pacto, lo primero que May debe hacer es solicitar la extensión del artículo 50 para ampliar el plazo de la salida. Si se niega a hacerlo, el «tory» pide incluso a los miembros del Gabinete que presenten su dimisión. «Espero que May escuche con atención lo que los miembros del Parlamento y de su propio Gobierno le están diciendo», apuntó.
Por su parte, el ministro de Exteriores, Jeremy Hunt, advirtió de que la posibilidad de que el Brexit no llegara a producirse «cobra peso», una vez que sus señorías hayan rechazado el pacto. «Esto llevaría a una crisis de confianza por parte del electorado increíblemente perjudicial y también se dañaría la reputación del país en el extranjero», matizó.
Tal y como apunta Henry Newman, director del influyente «think tank» Open Europe, el momento clave «no será si el acuerdo logrará ser ratificado, porque ya se sabe que no será así, sino si los laboristas cambiarán su posición para respaldar un segundo referéndum y si hay suficientes diputados que cambien luego su parecer».
Durante todo el complejo proceso, el foco de atención ha estado puesto en May. Pero una vez que ésta ha fracasado, es el momento de Jeremy Corbyn, el líder de la oposición, que tenía que mover ficha y así lo ha hecho, anunciado la presentación mañana de una moción de censura contra la primera ministra.
Para el laborista, la prioridad es intentar forzar elecciones anticipadas. Eso sí. Tiene pocas posibilidades de salir adelante. Porque una cosa es que los «tories» voten en contra del acuerdo de retirada y otra que quieran adelantar de nuevo los comicios, teniendo en cuenta que en 2017 acabaron perdiendo la mayoría absoluta.
Corbyn tiene gran presión por parte de sus bases para respaldar la opción de un segundo plebiscito. El responsable del Brexit en la oposición, Sir Keir Starmer, considera que una nueva consulta es «casi inevitable».
Desde hace semanas, diferentes diputados laboristas y conservadores trabajan conjuntamente en el llamado Modelo Noruega Plus, que propone exactamente permanecer en el mercado comunitario, así como en la unión aduanera, para evitar una frontera dura en Irlanda. Eso sí, cualquier cambio en el acuerdo de retirada no sería legalmente vinculante hasta que no fuera acordado con Bruselas. En este sentido, al otro lado del Canal de la Mancha observan todo con especial atención y la presión a su vez que marcan las elecciones europeas de mayo, cuando, a día de hoy, nadie sabe si los británicos seguirán siendo miembros del bloque.
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