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Tensión nuclear

China refuerza su tríada nuclear y apunta a la supremacía global

En plena escalada nuclear mundial, el régimen de Xi Jinping no quiere quedarse atrás y acelera el ritmo para completar su programa

China desarrolla un arma capaz de generar pulsos electromagnéticos con la potencia de una explosión nuclear Instituto Naval de Estados Unidos.

China está catapultando su arsenal nuclear a un ritmo sin igual, forjando el programa de expansión más dinámico del mundo y proyectando igualar la capacidad de misiles balísticos intercontinentales (ICBM) de Estados Unidos y Rusia antes de 2030, según un explosivo informe del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI) . Con un incremento de 100 ojivas nucleares anuales desde 2023, Pekín ya acumula al menos 600, una cifra que el último anuario de SIPRI prevé "se disparará exponencialmente" en la próxima década, desafiando frontalmente el equilibrio global.

El documento, pilar en el análisis armamentístico, corona al arsenal chino como el de "crecimiento más vertiginoso a nivel mundial". Al parecer, de las 600 ojivas, 132 están asignadas a lanzadores en proceso de carga, una señal alarmante de que la segunda potencia económica podría estar rompiendo con su doctrina de disuasión mínima para abrazar una postura operativa más audaz y beligerante. Aunque aún dista del despliegue masivo de Washington y Moscú —que mantienen miles de ojivas en alerta máxima—, esta aceleración china marca un punto de inflexión en la carrera nuclear global.

Hans Kristensen, director del Proyecto de Información Nuclear de la Federación de Científicos Estadounidenses, señala que esta escalada responde a una estrategia clara . "El mandato de Xi Jinping de convertirse en una potencia militar de élite para 2050, combinado con la percepción de que su disuasión mínima ya no basta frente a adversarios, impulsa este auge", afirmó. El experto destaca que los avances en los sistemas de defensa antimisiles estadounidenses, capaces de neutralizar ataques, han llevado a China a reforzar su capacidad de represalia con armas como el ICBM Dongfeng-41, que puede alcanzar cualquier punto del globo a 15.000 kilómetros.

La modernización china incluye una tríada nuclear en rápida evolución: misiles terrestres, submarinos Jin-class armados con misiles JL-3 y bombarderos estratégicos H-20 en desarrollo. La construcción de centenares de silos en el noroeste del país, detectada por imágenes satelitales, refuerza esta ambición. Según el Pentágono, China podría contar con 1.000 ojivas operativas en un lustro, un salto colosal desde las 200 de 2020, consolidando su posición como tercera potencia nuclear.

Por ello, se han desatado alarmas en Washington, donde se teme que el ascenso chino rompa el statu quo global. Mientras Pekín justifica su expansión como una respuesta a la "contención" liderada por la Casa Blanca, esta última ve en esta escalada una amenaza a su hegemonía estratégica. La proliferación de ojivas chinas, combinada con su creciente proyección marítima y espacial, pone en jaque los tratados de control de armas, ya debilitados por la falta de cooperación internacional.

Amenaza nuclear en la pugna por Taiwán

Para los estrategas militares, el ascenso de China exige una redefinición urgente de las doctrinas de defensa ante un adversario que ya no necesita mirar al exterior para armarse. De hecho, ha recortado sus importaciones de armas un 64% entre 2020 y 2024, emergiendo como una potencia militar autosuficiente que desafía el dominio global. El auge de su industria de defensa, impulsado por Xi Jinping, ha reemplazado la dependencia de armamento ruso con sistemas propios de vanguardia.

En cuanto a su vertiginosa modernización atómica, desplegando nuevos silos para misiles y submarinos estratégicos que potencian su capacidad destructiva y desafían el equilibrio estratégico global, destaca que sucede en medio de una escalada de tensiones por Taiwán. Los analistas en desarme nuclear de SIPRI apuntan que los centenares de nuevos silos en construcción, detectados en el noroeste chino, "dotan a China de un poder destructivo significativamente superior contra Estados Unidos". Sin embargo, advierten que emplear ICBM estratégicos en un conflicto regional como Taiwán "carecería de credibilidad", dado que desencadenaría una "retaliación nuclear estadounidense catastrófica". En su lugar, misiles de alcance intermedio como el DF-26, diseñados para neutralizar bases militares estadounidenses en la región, como Guam, serían la opción preferida en un temido escenario contra Taipei. El régimen de Xi, que reivindica a Taiwán como territorio inalienable y no descarta la reunificación por la fuerza, choca frontalmente con Estados Unidos, principal sostén militar de la “isla rebelde”. Washington, aunque no reconoce al territorio como estado independiente, está legalmente comprometido a suministrar armamento defensivo y a oponerse a cualquier alteración forzosa del statu quo, lo que intensifica la fricción en el Indo-Pacífico.

China refuerza su tríada nuclear

El coloso asiatico está revolucionando su tríada nuclear con una modernización fulgurante que lo posiciona como un contendiente formidable en el tablero global. El informe de SIPRI detalla que los ICBM DF-5, ahora equipados con vehículos de reentrada independientes (MIRV), permiten a un solo misil atacar múltiples objetivos con precisión quirúrgica, amplificando la letalidad china. Los submarinos Type 094, con misiles JL-3 capaces de alcanzar 10.000 kilómetros, extienden el alcance de Pekín, aunque SIPRI subraya que estos no representan aún una amenaza directa contra el territorio continental estadounidense. Su capacidad se limita a objetivos regionales en el Indo-Pacífico o estados periféricos como Alaska y Hawái. El Type 096, diseñado para ser más sigiloso y letal, enfrenta retrasos, y persiste la incertidumbre sobre cuántos submarinos nucleares operará finalmente la Armada china. El bombardero estratégico H-20, aún en desarrollo, promete completar la tríada con una plataforma de largo alcance capaz de evadir defensas avanzadas.

La reserva militar, combinada con la construcción de centenares de silos para misiles en el noroeste del país, refleja la ambición de Xi de consolidarse como superpotencia militar para 2050. Los sistemas MIRV, en los que Pekín lidera, permiten multiplicar el número de ojivas por lanzador, lo que podría elevar su dotación a más de 1.200 en una década, según estimaciones de SIPRI.

Esta escalada , enmarcada en una creciente rivalidad con Estados Unidos, plantea un desafío crítico. Mientras Washington moderniza su propio inventario y refuerza sus defensas antimisiles, el auge chino en MIRV y plataformas estratégicas complica los cálculos de disuasión. La proliferación de estas tecnologías, adoptadas también por otras potencias, amenaza con saturar los sistemas de defensa y multiplicar los objetivos bajo riesgo, desde bases militares hasta centros urbanos.

El tablero nuclear se recalienta en una pugna por la supremacía

La fiebre armamentística nuclear global se acelera con una intensidad sin precedentes, impulsada por los nueve estados nucleares —Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Francia, India, Pakistán, Corea del Norte e Israel—, que el año pasado intensificaron la modernización de sus arsenales, incorporando ojivas avanzadas y sistemas de vanguardia. Con 9.610 ojivas en arsenales militares, de las cuales 3.910 están desplegadas en misiles y aeronaves, y 2.100 en alerta operacional alta, el mundo enfrenta una escalada que amenaza con desmantelar décadas de esfuerzos por el desarme.

SIPRI destaca que, mientras Washington y Moscú concentran la mayoría de las ojivas en alerta —principalmente en misiles balísticos—, China está rompiendo su doctrina tradicional al mantener algunas ojivas de misiles durante tiempos de paz, un giro estratégico que refuerza su postura disuasoria. Este cambio, combinado con la modernización de sus sistemas, posiciona a Pekín como un actor disruptivo en el equilibrio nuclear global.

Hans Kristensen, experto en desarme nuclear de SIPRI, sentencia que "la era de reducción de armas nucleares, iniciada tras la Guerra Fría, ha colapsado". En su lugar, proliferan arsenales más robustos, un discurso nuclear beligerante y la erosión de acuerdos clave. El Tratado Nuevo START de 2010, que limita los lanzadores estratégicos, expira en febrero de 2026 sin visos de renovación, lo que podría desatar un aumento exponencial en el número y diversidad de ojivas desplegadas por Washington y Moscú, ambos inmersos en ambiciosos programas de modernización. A su vez, el director de SIPRI, Dan Smith, advierte que el control de armas bilateral entre Estados Unidos y Rusia está al borde del colapso, agravado por la ausencia de negociaciones para reemplazar el Nuevo START. La propuesta del presidente estadounidense, Donald Trump, de incluir a China en futuros acuerdos añade una capa de complejidad.. "Estamos ante una nueva carrera armamentística, más impredecible y arriesgada que la anterior", afirma Smith. La integración de tecnologías disruptivas —inteligencia artificial, capacidades cibernéticas, activos espaciales, defensas antimisiles y computación cuántica— redefine las reglas del juego, haciendo obsoletas las métricas numéricas tradicionales de control de armas.