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Kim Jong-un, en estado de guerra
Con gesto serio y voz firme, la presentadora de uno de los informativos nacionales de Corea del Norte reiteraba ayer por la tarde en televisión el ultimátum que el país había dado a su vecina Corea del Sur hasta las 17:00 horas de hoy (las 11:30 en España) para que ésta cesara sus emisiones de propaganda en la frontera común. Unos altavoces que el pasado jueves encendieron la mecha del fuego cruzado de artillería que mantuvieron ambos países. Según informó la agencia nacional del país, KCNA, el líder norcoreano Kim Jong-un dijo en una reunión de emergencia, tras el intercambio de proyectiles, que las tropas norcoreanas debían «estar preparadas para una operación militar en cualquier momento» desde el viernes a partir de las 17:00 horas. Y así fue. Ayer a la hora marcada Kim Jong-un declaró el «estado de guerra» entre las tropas que tiene dispuestas en la frontera común, la conocida como Zona Desmilitarizada.
Este último incidente entre ambos países viene motivado por las graves heridas que el pasado día 4 de agosto sufrieron dos soldados surcoreanos al explotar tres minas antipersona en esa zona. Según dijo en ese momento Kim Min-seok, portavoz surcoreano del Ministerio de Defensa, «estamos seguros de que se trata de minas norcoreanas plantadas por enemigos que se colaron por la frontera militar con la intención de matar». Como respuesta a este suceso, los enormes paneles de altavoces que Corea del Sur había reparado en 2010 volvieron a ponerse en marcha tras once años en desuso para enviar mensajes contra el régimen de Kim. En 2004, ambos países habían llegado a un acuerdo para desmantelar estos aparatos de propaganda en la frontera, los cuales formaban parte de un programa de guerra psicológica para hacer llegar noticias del exterior a los soldados de Corea del Norte y a los residentes de la zona. Tras comenzar las retransmisiones, Pyonyang, que negó haber instalado las minas antipersona, disparó contra ellos sin llegar a causar daños. Acto seguido, las Fuerzas Armadas de Corea del Sur respondieron con el disparo de proyectiles de 155 milímetros como advertencia. Desde el ultimátum lanzado por el Norte, Seúl ha evacuado ya a más de cien personas de las aldeas cercanas a la frontera y ha elevado la alerta de seguridad al nivel más alto de «inminente ataque o invasión». Desde entonces, ambos países se han preparado concienzudamente ante la posibilidad de una escalada en el conflicto. Piongyang ha enviado a oficiales al mando de las operaciones militares a la primera línea, con el fin de contrarrestar las maniobras del enemigo y destruir los altavoces si las emisiones de propaganda no se suspenden en el plazo previsto, según informó el diario «China Daily».
El ministro de Defensa surcoreano, Han Min-koo, señaló a la agencia Yonhap que su país «tomará fuertes medidas de represalia contra todo tipo de ataque norcoreano y el Norte deberá asumir toda la responsabilidad por dichas medidas». En este sentido, apuntó que se mantendrán firmes ante la posibilidad de que Corea del Norte lleve a cabo provocaciones. «La situación del país está cada vez más cerca del borde de la guerra», dijo ayer a la cadena CNN Ji Jae Ryong, embajador de Corea del Norte en China. Pese a que no es la primera vez que ambos países cruzan fuego en la supuesta Zona Desmilitarizada, donde más de un millón de soldados custodian cada lado de una frontera de cuatro kilómetros de largo y dos de ancho, el desencuentro del jueves es «inusual» debido al tipo de armas que se utilizaron, apuntó a la misma cadena Alison Evans, analista de riesgos en IHS Country Risk.
La Unión Europea expresó ayer su preocupación por «el aumento de las tensiones en la frontera», e instó a «evitar provocaciones» en la península coreana. «Estamos vigilando la situación y estamos en estrecho contacto con nuestros socios, incluido el Gobierno surcoreano», a través de la delegación de la UE en Seúl y la embajada de Corea del Sur en Bruselas, aseguró un portavoz del Servicio de Acción Exterior y Política de Seguridad de la UE. Mientras ambos países se preparan para una posible guerra, otras potencias internacionales ya se han posicionado y EE UU ha instado a Pyongyang a evitar provocaciones mostrando su «firme» compromiso de defender a su aliada Corea del Sur. Alrededor de 28.500 soldados estadounidenses se encuentran estacionados en este país para ayudar a disuadir las amenazas norcoreanas que se llevan repitiendo en un conflicto que ya dura 62 años.
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