Política

Sri Lanka

Daesh entrenó al grupo que causó la matanza en Sri Lanka

El Gobierno entona el mea culpa por obviar un informe policial entregado dos semanas antes, en el que alertaba de un ataque inminente. La cifra de víctimas asciende a 310 muertos y más de 500 heridos.

Uno de los presuntos atacantes del Estado Islámico, el pasado domingo.
Uno de los presuntos atacantes del Estado Islámico, el pasado domingo.larazon

El Gobierno entona el mea culpa por obviar un informe policial entregado dos semanas antes, en el que alertaba de un ataque inminente. La cifra de víctimas asciende a 310 muertos y más de 500 heridos.

Yihadistas retornados de Siria e Irak forman parte, o han dinamizado, la organización llamada National Thowheed Jamath (NTJ), traducido como Unificación de las Mezquitas, según han informado a LA RAZÓN diversas fuentes antiterroristas, señalada por las autoridades de Sri Lanka como responsable de los ataques del domingo que dejaron más de 310 muertos, entre ellos una pareja de gallegos que estaba de vacaciones, y unos 500 heridos en una cadena de explosiones en iglesias y hoteles en Colombo.

Conforme se iba visualizando la derrota del «califato», que culminó hace unas semanas con la toma de la localidad de Baguz por tropas kurdas con apoyo estadounidense, fueron miles los individuos que combatían en Daesh que volvieron a sus lugares de origen en Filipinas, Malasia y también en Sri Lanka. Las autoridades de este país habían admitido oficialmente la partida a zona de combate de 32 nacionales, uno de los cuales se habría suicidado en un atentado con coche bomba. Sin embargo, la cifra, según las mismas fuentes, es bastante mayor, hasta el punto de que, en el momento de mayor «esplendor» del «califato», formaban una «brigada» junto con asiáticos y de otros países.

Los FTF (Foreign Terrorist Figthers) retornados han dispuesto de tiempo suficiente para formar células en sus países de origen. Entre sus objetivos figuran de forma preferente los «cruzados» (cristianos). Ya se puso trágicamente de manifiesto el pasado 27 de enero, en la catedral de la ciudad de Jolo, en el sureste de Filipinas, durante una misa en la que murieron al menos 20 personas en un atentado reivindicado por el Estado Islámico.

Nada más conocerse la forma en que se habían perpetrado las acciones criminales en Sri Lanka, los expertos vieron «la mano» de Daesh detrás de ellos. Estaban perfectamente sincronizados; algunos de los autores llegaron a alojarse, se supone que con documentación falsa, en uno de los hoteles en los que hicieron detonar dos bombas; otros tenían preparados artefactos por si la Policía les localizaba y matar a los agentes, como ocurrió.

Además, los artefactos funcionaron casi en su totalidad; y los que fueron encontrados posteriormente, en un aeropuerto y dentro de una furgoneta junto a una de las iglesias atacadas, con toda probabilidad no habían fallado, sino que estaban preparados para detonar como trampas contra los investigadores. Los ataques de Sri Lanka coincidieron en el tiempo con una amenaza de Daesh contra la catedral de San Patricio en Nueva York.

Nada se había dejado a la improvisación y este tipo de ataques precisan de una gran disciplina por parte de los que los terroristas, así como un alto grado de fanatización para estar dispuestos a suicidarse por «la causa». Los que lo prepararon contaban con un entrenamiento previo y esa «maestría» la obtuvieron, subrayan los expertos, en el seno del «califato», en Siria e Irak.

Individuos que desertaron durante el asedio kurdo de Baguz habían revelado a las autoridades que Daesh llevaba tiempo organizando células para, una vez consumada la derrota, se dedicaran a practicar el terrorismo en Siria, Irak o en sus países de origen.

Según pasaban las horas desde las explosiones, individuos que se identificaban como partidarios del Estado Islámico aseguraban que eran una venganza por lo ocurrido en Nueva Zelanda. Ayer mismo, publicaron la fotografía (que aparece en esta página) de uno de los supuestos atacantes delante de una bandera negra que podría ser la de Daesh.

Aparte de todo esto, hay otro dato objetivo. Tras los citados atentados de Nueva Zelanda contra dos mezquitas, Al Qaeda, a diferencia del Estado Islámico, «prohibió» a sus militantes que atacaran templos religiosos. Daesh, por el contrario, en el número 174 de su semanario «Naba», destinado a sus combatientes, criticaba las meras condenas. Por ello, ordenaban a los muyaidines que dieran «una respuesta, que los cruzados paguen un precio en sus templos mientras realizan los rituales de su incredulidad».

Los retornados preocupan de manera especial a los responsables de la seguridad de Occidente. Por ello, los expertos subrayan que habrá que evitar en el futuro el aparente fallo de coordinación que se ha producido en Sri Lanka, cuyas autoridades habían sido advertidas, el pasado día 11, de un posible ataque contra templos religiosos a cargo de Unificación de las Mezquitas podía producirse en cualquier momento. El documento se reproduce en esta página y se urgía la adopción de las correspondientes medidas.

El ministro de Salud, Rajtha Senraratne, portavoz del Ejecutivo, reconoció que en esa información se decía que los objetivos podrían ser «iglesias y destinos turísticos». «Se informó al inspector general de la Policía el 11 de abril, incluyendo los nombres de supuestos terroristas», explicó, subrayando la responsabilidad del Gobierno por no haber evitado la tragedia. «Que lo supiéramos o no es otro asunto, pero somos responsables, lo sentimos mucho y pedimos disculpas», lamentó.