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David del Campo: "No es lo que sueñan hallar en EE UU, sino de lo que huyen"

Esta noche se estrena “Detrás del muro”, un documental sobre la peligrosa ruta de los migrantes a Estados Unidos. LA RAZÓN entrevista a David del Campo, director de Cooperación Internacional y Acción Humanitaria de Save the Children.

El río Suchiate en la frontera de Guatemala con México. Cada día decenas de migrantes cruzan este río como un primer paso en su viaje hacia el sueño estadounidense.
El río Suchiate en la frontera de Guatemala con México. Cada día decenas de migrantes cruzan este río como un primer paso en su viaje hacia el sueño estadounidense.larazon

Esta noche se estrena “Detrás del muro”, un documental sobre la peligrosa ruta de los migrantes a Estados Unidos. LA RAZÓN entrevista a David del Campo, director de Cooperación Internacional y Acción Humanitaria de Save the Children.

David del Campo, director de Cooperación Internacional y Acción Humanitaria de Save the Children, estuvo en verano acompañando a una de las caravanas de migrantes, a quienes escoltó desde Guatemala hasta Estados Unidos. Esta noche verá la luz un documental sobre su travesía “Detrás del muro”, que se estrenará en La Sexta. Del Campo destaca que hay dos palancas que generan la migración. Por un lado, la violencia extrema de la región: El Salvador, Honduras y Guatemala tienen las tasas de violencia más altas del mundo (incluso hay más muertes que en zonas de guerra). Por otro, la pobreza. La falta de oportunidades empuja a la gente a abandonar sus hogares. “Lo que vi es que no es lo que sueñan encontrar en EE UU si no de lo que huyen: violaciones, abusos, las maras, el desempleo, la pobreza... No es algo nuevo, cada año entre 300.000 y 500.000 personas hacen esa ruta”.

Ayer salió desde San Pedro Sula una caravana de 400 personas y la semana pasada otra de unas 2.000, ¿el congregarse en caravanas es para protegerse de los peligros de la ruta?

Sí. Que vayan mil personas juntas no es casual. Produce una mayor autoprotección en el camino. Se es más visible para las autoridades públicas, es más complicado para las personas que pueden intentar extorsionarles... La realidad es que en ningún esos grupos pueden avanzar si no tienen la autorización de esos grupos ilegales o clandestinos que controlan el territorio. Bien por las maras en el caso centroamericano y en el caso de México, quien controla el territorio es el cártel. Son ellos también los que permiten o sacan rentabilidad del proceso. Tienen que pagar su cuota para pasar a los narcos. Por ahí pasan migrantes, armas, trata de personas... El problema es que no existe ninguna opción legal para llegar a EE UU. Si a la gente que va les dijéramos que esperasen durante tres años en la puerta del Consulado de EE UU para conseguir los papeles para trabajar en EE UU, lo harían. Estarían allí sentados y no emprenderían esa ruta. Sin embargo, al decirles que ni aun así lo conseguirán, pues entonces optan por cruzar Centroamérica durante tres meses y llegar a la frontera. Al no dar una opción legal, entregamos todo a la ilegalidad. Lo cierto es que es un negocio muy lucrativo. Que un coyote pase a un menor cuesta entre 4.000 y 5.000 dólares. A eso hay que sumar lo que se haya pagado al cártel o a la mara para entrar en EE UU. En muchos de los casos ese contacto será quien le ayude a conseguir un trabajo en territorio estadounidense y seguramente ese dinero se lo haya prestado un familiar por lo que ya entre “endeudado” en el país y tenga que devolvérselo. Aquí hay un negocio enorme. Es similar a lo que ocurre en África. Y cuando no hay opciones legales, hay más ilegales y mucho más riesgo.

¿Hay muchos menores haciendo esta travesía tan peligrosa?

En torno a un 30% son menores, aunque es difícil de cuantificar con exactitud porque no hay registros. Nosotros, en Save the Children, trabajamos con menores en Guatemala que vienen de Honduras y después perdemos la cuenta, porque una vez entran en otro país no hay trazabilidad. Ni siquiera los estados permiten que haya esa trazabilidad para protegerles. La última cifra de deportados durante al año pasado es de 26.000 menores en la frontera de EE UU. También es cierto es que este 2018 ha sido el año con más llegadas ilegales a Estados Unidos. Ha habido un pico porque lógicamente se ha cerrado cualquier opción de entrada legal. Cualquier opción es ilegal.

Que esté Donald Trump en la Casa Blanca, ¿ha influido a esta criminalización del migrante, con su insistencia del muro?

El muro aparte de ser algo irreal e imposible, pues es ineficaz, la frontera de EE UU y México tiene la misma distancia que de Madrid a Moscú por tierra. Podrá costar o menos entrar, pero la frontera siempre será permeable. E insisto en que no es lo que espera al otro lado del muro sino lo que tienes en casa. Es la violencia, abusos sexuales, impunidad, la desprotección del Estado... Por tanto la necesidad de invertir miles y miles de millones de dólares en acero o en hormigón para hacer un muro hace pensar que lo que va a hacer es agilizar la industria de construcción. No va a tener ningún efecto positivo. Es mucho más fácil favorecer el desarrollo e invertir en la región que en un muro. Lo que pasa es que el discurso del miedo está funcionando y hay gente que articula su propuesta política de país en base a la amenaza. Ningún niño ni niña son una amenaza para EE UU, es un país mucho más poderoso.

¿Es ilegal deportar a un menor?

A un menor no se le puede deportar. Se deporta a los terroristas, a los narcotraficantes... O a un adulto. A los niños primero se les aplica la protección internacional que tienen como menores. Si están solos tienen una protección especial (de un menor solo o acompañado). Los países tienen que cumplir con unas normas del derecho internacional. Identificación, confirmar que están bien de salud... Una de las peores cosas que está ocurriendo es que al devolverles, les estamos devolviendo a los manos de los depredadores que abusaron de ellos o les pegaban. Muchas veces su entorno, su familia, su comunidad, son de lo que huyen. Por lo que la deportación es cruel y es ilegal. Hay que tener garantía de que el menor va a estar protegido en el lugar al que se le retorna, así que la deportación no cumple con estos mínimos. Si un menor llega a un aeropuerto de Madrid no se le mete automáticamente en un avión de vuelta. Hay que activar ciertos mecanismos, hay unos mínimos. El problema es que se está intentando desactivar las terminales mínimas y sensibles de lo que es la infancia. No son niños, ahora son migrantes. Pero son niños y con necesidades básicas. Nadie dice que no deban volver a su país si han entrado irregularmente. Pero sí que se cumplan las condiciones de su protección.

¿Cómo ha sido posible que hayan muerto dos niños bajo custodia de la Guardia Fronteriza de Estados Unidos?

Es muy sencillo. Como cada vez hay un número mayor, no hay ninguna opción legal, pues el sistema se ha colapsado, también de la propia Policía que no puede atender adecuadamente a todas esas cuestiones. Estos niños que han muerto desgraciadamente, no ha sido intencionado. Se debió a la mala atención y lógicamente están desbordados ya que todas las vías son ilegales.

¿Estas muertes se han investigado por parte de algún organismo internacional o el propio país, Guatemala?

Debe ser bilateral, ya que los fallecidos son ciudadanos de ese país y debe reclamar y pedir explicaciones de en qué condiciones y cómo ha sucedido eso y valorar qué se puede hacer. Aquí tienen mucha responsabilidad los países de origen. Deben saber por qué sus ciudadanos huyen de su país y se van a EE UU. Evidentemente es porque viven en condiciones de falta de oportunidades, de violencia, de pobreza... y por tanto, hay una corresponsabilidad grande por su parte. Si inviertan más en escuelas, en hospitales... La gente podría estar donde quiere estar que es con su familia, en su casa, en su pueblo y en su ciudad.

Las cifras del drama de la migración.

· Un 30% son menores.

· 26.000 menores fueron deportados en 2018.

· Unas 300.000-500.000 personas hacen la ruta cada año.