Política

Elecciones en Alemania

De El Dorado alemán al retiro «made in Spain»

Una mujer alemana lee un periódico en las playas de Denia
Una mujer alemana lee un periódico en las playas de Denialarazon

Los alemanes buscan en España el clima y la gastronomía que envidian de nuestro país, mientras que los españoles huyen a Berlín en busca de oportunidades laborales que en la mayoría de los casos no terminan de hacerse realidad. El Dorado germano no es tan sugerente como lo pintan. Los datos así lo demuestran. Tan sólo una de cada tres personas que emigra a Alemania lo hace para quedarse, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo económico. ¿El problema? El idioma. «Si no hablas alemán, no tardarás en volver», asegura Margareta Hauschild, directora del Instituto Goethe de Madrid. Precisamente este centro ha aumentado significativamente su alumnado en los últimos años: un 60% más de matriculaciones y 10.000 alumnos inscritos en sus cursos. «Angela Merkel quiso animar a jóvenes trabajadores cualificados a que sondearan oportunidades en Alemania y esto ha provocado un gran interés por nuestro idioma», aclara Manfred Ewel, director académico del centro.

Sin duda, el desembarco «made in Spain» en tierras germanas no ha dejado indiferentes a los lugareños, quienes en ocasiones miran con recelo a los nuevos inmigrantes. «En Berlín guardan un grato recuerdo de aquellos españoles que en los años 50 vinieron a nuestro país en busca de trabajo. Eran muy queridos, inteligentes y de fiar. Ahora, lo único negativo que vemos de algunos españoles es que se encierran en su comunidad» asegura Hauschild. Mientras en el Instituto Goethe celebran un debate sobre las elecciones, a las puertas del centro varios jóvenes esperan una larga cola para recoger los impresos de las inscripciones de los nuevos cursos: «Mi plan B es irme a trabajar a Alemania cuando acabe mi grado de Químicas. Además me encantan la comida y la bebida de allí», asegura Miguel del Río, quien se avergüenza al reconocer que en su familia todos hablan alemán menos él. «Pero no nos engañemos –recuerda Hauschild–, todavía hay más alemanes en España que al revés». Y no se equivoca. Según los últimos informes del Instituto Nacional de Estadística, 116.056 españoles residen en alguna ciudad germana, mientras que 154.875 alemanes lo hacen en nuestra tierra. De hecho, el 20% de los alemanes elige la costa para instalarse. «No es cierto que unos tienen más facilidad que otros para aprender idiomas; la clave está en la actitud de cada persona», asevera la directora del Instituto Goethe. De ello toma buena nota Elisabeth Peña, que busca empleo en Alemania y que lleva tres años estudiando el idioma: «Me abrirá muchas puertas a la hora de establecerme allí. No me supondría ningún problema dejar lo que tengo aquí», asegura a LA RAZÓN. «Es fácil encontrar trabajo en Alemania si hablas bien su lengua, aunque quizá no lo hagas en el puesto que querías en un principio», afirma Celia Castellano, una joven de 24 años licenciada en Administración y Dirección de empresas afincada en Berlín.

Amor madrileño

Por su parte, a los germanos les cuesta desprenderse del prototipo que de ellos se ha generado en las últimas décadas y que da forma en el imaginario a esos rubios corpulentos quemados por el sol y con una buena jarra de cerveza en la mano a pie de playa. No es el caso de Daniel Schaufler, quien aterrizó en Madrid en 2010 en busca de nuevas experiencias laborales y ya se considera un español más. Trabaja como responsable de marketing en una empresa multinacional de energías renovables. «Me siento muy a gusto aquí. La calidad de vida es muy buena y además en esta ciudad he conocido a mi mujer. Así que no me arrepiento de haber tomado la decisión de vivir en España». Aún así no renuncia a tener un estrecho contacto con sus raíces y asegura que ya votó por correo hace días. Hoy, confiesa que estará pegado al televisor para seguir la jornada electoral.