Crisis política en Italia

Decadencia política

La Razón
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La Unión Europea tiene responsabilidad en la crisis política en Italia, y salvo si se es miope o ciego, no se pueden ocultar sus dimensiones nacionales e internacionales. La crisis política italiana es principalmente un subproducto de una crisis económica que sacude a la mayor parte de los países desarrollados y de Europa, sean o no miembros de la zona euro. Ha sido especialmente dura debido a la desconfianza brutal que los mercados financieros han expresado en sus «vis-à-vis» con las cuentas públicas de Italia –con la desconfianza en que el embrollo actual podría revivir la desgracia. La crisis política también refleja la exasperación social de una población que ha sufrido los ajustes y las reformas impulsadas por el Gobierno del valiente Mario Monti. No es de extrañar que esta crisis haya llevado a los votantes italianos a rechazar la austeridad practicada en su país –aunque, no nos olvidemos de que finalmente han colocado a la cabeza a la coalición socialdemócrata liderada por Pier Luigi Bersani, seguidor de un mejor equilibrio entre el rigor, la equidad y el crecimiento. Finalmente, la crisis italiana tiene mucho que ver con la decadencia del sistema político (bloqueo, corrupción, etc.) y debido, precisamente a su sistema de votación, se complica la formación de un gobierno estable. El rechazo a este sistema se traduce en el impresionante crecimiento del Movimiento 5 Estrellas, mientras que la resurrección de Berlusconi es similar al regreso de un antiguo ex presidente del Consejo... En este contexto, hay que conocer un poco a Italia para saber que hará de la UE la responsabilidad primordial y el objetivo principal de los votos de sus electores. O también se puede encontrar una nueva oportunidad de revivir el fantasma de una hipotética ruptura de la zona euro o, más gravemente, el juicio a los deficiencias de la construcción europea. Las encuestas que determinan las principales motivaciones de los votantes pronto dirán si los italianos realmente, y de forma permanente, han decidido romper con las raíces europeas de su país. En esta etapa, todavía no es fácil identificar a los miembros del Movimiento 5 Estrellas condenando a Europa o que deseen abandonar el euro, pero por supuesto es un indicador. En lo inmediato, queda, por tanto, el comienzo de un desengaño de las responsabilidades subsidiarias de la UE. La primera evidencia es que la UE no puede ser apreciada por sus ciudadanos si se reduce a unas medidas de reformas del presupuesto o económicas. Italia no está sometida a un «programa» como lo está Portugal o Irlanda, pero su población ha tenido la sensación de que estaban siendo gobernados por «Súper Mario», que estaba empleado por la UE, sin ser elegido por sufragio directo y administrándoles una poción amarga.

Hay que añadir que la situación en Italia debería llevar a la UE a considerar finalmente la forma de aliviar o compartir la carga de la deuda acumulada a lo largo de las últimas décadas. Si bien este país tenía un superávit primario e inició las reformas que darán sus frutos en el medio plazo, la «deuda antigua» golpeó la recuperación económica y social. Esto no se debe al trabajo inicial por el rescate –que nunca fue el punto fuerte de Italia–, ya que se debe rechazar tanto éste como el de otros países así como la posibilidad de un «Fondo de Rescate europeo», también propuesto por el bien llamado «Consejo de cinco Sabios» alemán. Si realmente la UE tiene una clara responsabilidad en el embrollo italiano, no es razón para convertirla en el cómodo «chivo expiatorio», ya que precisamente en este contexto de crisis los europeos saldremos más rápidamente cuanto más unidos actuemos.

Yves Bertoncini

Director de Nuestra Europa.

Instituto Jacques Delors