Refugiados
Día Mundial del Refugiado: El éxodo de Venezuela genera un récord de solicitudes de asilo en España
Aumenta la cifra de desplazamientos en el mundo: 70,8 millones de personas han huido de sus hogares, según datos de Acnur. La diáspora venezolana aumenta hasta los 4 millones
Aumenta la cifra de desplazamientos en el mundo: 70,8 millones de personas han huido de sus hogares, según datos de Acnur. La diáspora venezolana aumenta hasta los 4 millones
«Empezar de cero», es la frase que más se repite entre los refugiados que han llegado a España. Abandonaron a sus familias, dejaron sus casas, vendieron sus pertenencias y buscaron cualquier tipo de ayuda o contacto en nuestro país. El cambio es profundamente brusco ya se trate de un importante magistrado venezolano o un joven sirio de 17 años. Cada vez son más las personas en el mundo que han pasado por este dramático proceso. La cifra de refugiados vuelve a superar su propio récord. Son más de 70 millones las personas que han tenido que escapar de su hogares, el peor dato desde que el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur) tiene datos. Es como si todos los habitantes de España y Australia, juntos, hubieran huido forzosamente.
De acuerdo con el Acnur, que hoy presenta su informe Tendencias Globales 2018, esta cifra duplica el número de personas desplazadas hace dos décadas y supone 2,3 millones más que el año pasado. «Estos 70,8 millones son una estimación conservadora, dado que sólo refleja parcialmente la crisis en Venezuela». Unos 4 millones de venezolanos han salido de su país, convirtiéndose en una de las mayores crisis recientes de desplazamiento en el mundo. Una media imbatible de 5.000 venezolanos abandona su país a diario, la mayoría a países vecinos. Según Acnur, en 2018 se vivió el mayor éxodo de personas de la historia reciente de América Latina y el Caribe.
En octubre, después de un incidente por haber realizado unas fotografías a una nada concurrida marcha chavista, Hermelinda vendió su coche y compró dos billetes de avión para ella y su hijo de 22 años, rumbo a España. Contable de profesión, llevaba un tiempo temiendo por la vida de su hijo que acudía a protestas y tuvo un episodio de secuestro de camino a la universidad. En Madrid unos amigos le hicieron el favor de prestarle el piso mientras «se buscaba la vida». A sus 50 años, está haciendo un curso de Estética: «Cuidar niños o ancianos, ser repartidora en bicicleta, recepcionista, esteticista, no se me caen los anillos. Tengo que ser consciente de que aunque esto sea difícil no tiene comparación con la lucha por la supervivencia en Venezuela». Obviamente, le encantaría volver y le «duele», «pero lo que queda en Caracas, es como si fueran zombies. Hay ''manadas'' de niños de unos 6 a 11 años deambulando por las calles de Caracas, sin hogar. No es la Venezuela que en el fondo echo de menos. Esa ya no existe», comenta entre lágrimas. Esta semana ha tenido una buena noticia, su hijo ya tiene permiso de trabajo. «Hizo un curso de camarero, por lo que espero que lo contraten en la hamburguesería Goiko o durante la temporada de verano en un hotel en Menorca», cuenta Hermelinda, que a veces siente la carga de haber tomado una decisión tan drástica por ella y por su hijo. De momento, ha pedido asilo y está a la espera de la resolución de su caso. «Hay que cambiar el chip. Aquí por lo menos el Estado no te maltrata y hay seguridad». La contable explica cómo sigue pasando miedo al escuchar o ver una moto, pero es optimista: «Se me pasará».
En la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) destacaron ayer que España se convirtió «en el principal país de entrada a Europa con más de 65.383 llegadas» y recordó que 811 personas murieron tratando de alcanzar las costas españolas. España tuvo un nuevo récord de solicitudes de asilo y «Venezuela fue de nuevo el principal país de origen con 19.280 solicitudes de asilo, casi el doble que el año anterior». Pero tan solo 30 lograron el estatuto de refugiado. También fue el país con mayor número de solicitudes pendientes de resolución, más de un tercio. Le sigue Colombia (8.650), Siria (2.775), Honduras (2.410) y El Salvador (2.275).
Acnur calcula que en 2019, cinco millones de venezolanos habrán abandonado su país. Uno de ellos es Juan Ramón, de 47 años, quien abandonó Venezuela junto a su mujer y dos hijos, el 19 de abril. “No nos fuimos antes porque estábamos luchando y logrando victorias”. Hoy se encuentra en un refugio en Madrid. Juan Ramón ayudó a Juan Guaidó, a quien llama «presidente encargado de Venezuela», en campañas y encuestas. «Todos los que estamos en el entorno de Guaidó corremos peligro». Él asegura que son más de 4 millones los venezolanos que han abandonado su patria «y este año van a salir un millón más. Las condiciones son de no tener electricidad, no poder comprar comida, inseguridad total por culpa de los colectivos... Parafraseando a Guaidó, ''vamos de una crisis a una catástrofe''». Él aquí tiene muchas esperanzas. “Como emprendedor natural me gustaría montar algo. También puedo dar clase pues también soy piloto comercial”. Él y su mujer son bisnietos de españoles. “Venezuela siempre ha sido un país abierto a la migración. Ahora nos tocó a nosotros. La situación de su país es ahora insostenible y tenemos que empezar de cero una nueva vida”.
Siria es primer país de procedencia del mundo, 6,7 millones de sirios poseen el estatus. Cerca del 80% de los refugiados viven en países vecinos a su hogar. Un dato que no solo se comprueba ahora con Venezuela, sino que ya se vio cuando los sirios comenzaron a huir del régimen de Bachar al Asad y la cruenta guerra. El país con mayor número de refugiados es Turquía (3,7 millones). Aunque como destaca Acnur, Líbano continúa siendo el país con más refugiados respecto a su población. Una de cada seis personas en Líbano es refugiada. El propio ministro de Exteriores libanés, Gebran Bassil, en una entrevista en Madrid indicó a LA RAZÓN durante su visita a España que la gran presencia de refugiados en Líbano afecta a “todos los niveles: economía, seguridad, vida social... se vuelve insoportable. Somos un país muy pequeño, con un millón y medio de sirios y medio millón de palestinos”. En opinión de Bassil, los sirios “tienen que volver. Estamos en contra de las políticas que no fomentan el retorno. Su lugar es Siria. Y es el momento para que retornen. El proceso será gradual, no está ligado a nada más que a su seguridad, a su dignidad. Los animamos a que vuelvan, pues al retornar reconstruirán su país, Siria”. Sin embargo, al preguntarle a Amru Sibahi,un sirio que llegó a España en 2013, cuándo estarán preparados para volver, el joven de 25 años reconoce que “aún faltan 40 años. Mira lo que pasó en Irak”.
La historia de Amru se remonta a 2011. El mayor de cuatro hermanos, con 17 años, su familia temía que fuera llamado a filas en los inicios de la guerra de Siria. Su padre vendió su coche y le sacaron de Alepo. Primero estuvo en Turquía, pero nada era fácil allí. Se marchó a Egipto en tiempos de Mohamed Mursi. La situación también se complicó por lo que gracias a un contacto logró venir a España en 2013. «Siempre me ha gustado este país. Otros migrantes y refugiados me aconsejaban que me fuera a Suecia o Alemania. Pero yo quería estar aquí». En España ha sido camarero, obrero, guía turístico en Barcelona y entrenador de fútbol, trabajo que ahora compatibiliza con sus estudios. «Con mi edad puedes empezar de cero. Ahora estoy en un momento dulce. Por fin voy a la Universidad, estoy en segundo de Derecho Internacional, becado en la Camilo José Cela gracias al ‘’Proyecto Integra’’ (un programa pionero de educación a refugiados)». Sueña con trabajar en la ONU y dar voz a todos los refugiados. Y ya empieza a dar sus primeros pasos, analizando los plazos burocráticos y trámites eternos en España o que las autoridades apenas otorguen la condición de refugiado. «Con la protección subsidiaria, si se te caduca el pasaporte del país del que huiste puedes ser apátrida durante diez años».
Es el último en haber entrado en nuestro país. Rafael Antonio Ortega Matos llegó a España el 3 de mayo, pero salió de Venezuela en 2017. La Asamblea Nacional, de mayoría opositora desde 2015, le nominó como uno de los nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia en verano de 2017. 24 horas después de jurar su cargo, Nicolás Maduro ya le había acusado a treinta años de prisión por traición a la patria. «Lo que ocurre en mi país es la mayor crisis de la historia de la República. No hay seguridad. Reina la impunidad...». Viajó a Colombia, por la frontera con Cúcuta para salvaguardar su vida y la de su familia. El Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) le seguía noche y día, por lo que partió a Bogotá. Pero Ortega Martos siguió como magistrado y hasta sentenció, junto al resto de jueces en el exilio, a Maduro a 18 años de cárcel por el caso Odebrecht. Hasta que su mujer y su hijo pequeño tuvieron otro enfrentamiento con un miembro del Sebin y decidieron que la situación no podía seguir así. «No estábamos seguros allí». Vendieron lo poco que tenían y aprovecharon la invitación a una conferencia a Europa (es profesor universitario de Derecho) para empezar de cero, otra vez: «Nos tocó reinventarnos». Hoy se encuentra en un refugio a las afueras de Madrid. No sabe hasta cuándo estarán aquí. Es un hombre muy pragmático. Lo que más le urge es conseguir una beca para que «mi hijo mayor pueda ir a la Universidad».
Estas son las principales conclusiones de 2018, según el informe Tendencias Globales elaborado por Acnur:
Hay 25,9 millones de refugiados, 3,5 millones de solicitantes de asilo y 41,3 millones de desplazados internos (IDP). El año pasado 92.400 refugiados fueron reasentados y 593.800 volvieron a sus hogares. Alrededor de 62.600 se nacionalizaron. Los venezolanos encabezaron la lista mundial de peticiones de asilo en 2018 (341.800). El conclusión, una de cada 108 personas del mundo son ahora refugiados, soliciantes o IDP. En comparación con la proporción de 1 de cada 160 que había en 2008.
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