Bélgica

Dos de los detenidos en Bruselas eran familiares de los kamikazes del 22-M

Mustafa y Jawad Benhattal estaban bajo vigilancia de la Policía por su amplio historial delictivo

Una niña se deja fotografiar por un familiar junto a dos soldados que vigilan la entrada de una estación belga
Una niña se deja fotografiar por un familiar junto a dos soldados que vigilan la entrada de una estación belgalarazon

Mustafa y Jawad Benhattal estaban bajo vigilancia de la Policía por su amplio historial delictivo

Los vínculos entre la macrooperación policial que tuvo lugar en la madrugada del viernes al sábado en varios puntos del país y la masacre del 22 de marzo parecen más que evidentes. Dos de los detenidos, acusados de tentativa de asesinato y participación en actividades relacionadas con el terrorismo son, según fuentes judiciales citadas por varios medios belgas, familiares directos de los hermanos El Brakaoui, ambos inmolados en los dos escenarios de la matanza que se cobró la vida de 32 personas: la estación de metro de Maelbeek y el aeropuerto de Zaventem.

La redada antiterrorista de este fin de semana en la que se produjeron cerca de 40 registros, aunque no encontraron ni explosivos ni armas, se saldó con doce detenidos, nueve de los cuales fueron puestos en libertad el sábado. Según la Prensa belga, esta operación se desencadenó a partir de una escucha policial en la que se daba por hecho un atentado inminente previsto para este pasado fin de semana. El propósito era aprovechar las aglomeraciones durante la retransmisión del partido de fútbol entre la selección belga y la irlandesa, celebrado el sábado a las tres de la tarde. Algunos medios incluso fueron más allá y aseguraron que había un objetivo preciso para atentar en la plaza Rogier de la capital belga, donde ya se habían desplegado varias pantallas gigantes para disfrutar del campeonato de la Eurocopa.

Entre los tres sospechosos de tentativa de asesinato se encontrarían Mustafa Benhattal, de 40 años, y Jawad Benhatta, de 29. Los dos de nacionalidad belga, son primo y sobrino, respectivamente, de los hermanos Brakaoui, los kamikazes de los atentados de marzo en Bruselas. Ambos detenidos son viejos conocidos de los cuerpos de seguridad belgas y ostentan un amplio historial delictivo de robos y tenencia de armas. Según asegura la cadena flamenca VRT, Mustafá tuvo contacto con Jalid El Brakaoui hasta finales de 2015 y Jawad participó en un atraco junto a Ibrahim en el año 2010. El tercer sospechoso, al que también se le acusa de intento de asesinato y participación en las actividades de comando terroristas, responde a la identidad de Samir C. Al cierre de esta edición, se desconocían más datos sobre este tercer inculpado.

La respuesta de las autoridades belgas ha sido apelar a la calma. El nivel de amenaza terrorista permanece invariable en el nivel tres de un máximo de cuatro, lo que descarta un ataque «inminente». A pesar de estos intentos para tranquilizar a la población, las pantallas de la Plaza Rogier fueron clausuradas durante el día de ayer y permanecerán apagadas también durante la jornada de hoy. Aunque las autoridades no hayan confirmado que este enclave fuera objetivo terrorista, el miedo de los asistentes ha propiciado la bajada de afluencia. Se espera que esta clausura sea temporal y que mañana este espacio, con varias pantallas para disfrutar de los partidos de la Eurocopa, abra sus puertas después de haber sido reforzado con un dispositivo de seguridad privado y la presencia de policías y militares.

Además, a partir del pasado viernes, varias autoridades belgas han aumentado sus medidas de seguridad. Según aseguró ayer el ministro federal del Interior, Willy Borsus, en una entrevista en la cadena RTL, esta amenaza también se extiende a personalidades fuera del mundo político, aunque se cierne en mayor proporción sobre personas que representan a las instituciones del país.

Una falsa alarma obligó ayer a interrumpir el tráfico ferroviario durante algo más de una hora y a evacuar la estación central de trenes de Bruselas. Dos maletas sospechosas provocaron la intervención de los servicios de desactivación de explosivos, que poco después confirmaron que se trataba de una falsa alarma, lo que permitió volver rápidamente a la normalidad. Por otra parte, en relación con las informaciones sobre la seguridad que publican medios belgas, el Gobierno federal aseguró que impondrá sanciones severas por las fugas de información como la filtración a la Prensa.