Rescate a Grecia

Dos escenarios económicos para Grecia

La Razón
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Era algo más que una posibilidad la de que el partido griego Syriza se pudiese partir, buen ejemplo es la dimisión previa al acuerdo del famoso Varufakis. El rescate que Alexis Tsipras al final negoció para Grecia no correspondía para nada con el mensaje que su partido había lanzado para ganar las elecciones. Menos con el resultado del «no» que el pueblo griego votó en el controvertido referéndum. Syriza era además un conjunto de grupos y grupúsculos que van desde la izquierda a la izquierda más radical, precisamente los grupos más ultras son los que mayor y más feroz oposición han mostrado frente al acuerdo alcanzado por el primer ministro griego. Para ellos lo mejor hubiera sido abandonar el euro y volver al dracma, algo en línea con la idea del partido nazi Amanecer Dorado. Desde luego Tsipras no parece haber querido pasar como el presidente que volvió al dracma, algo que bajo todas las encuestas de opinión el pueblo griego no parece desear.

El periplo de Syriza tal y como lo conocemos, después de siete meses de gobierno, ha llegado a su fin. En un mes aproximadamente, salvo imprevistos, Grecia tendrá un nuevo Gobierno, el país contará con un importante nivel de ayudas en forma de dinero, más de 80.000 millones de euros que deberá gestionar. Asimismo deberá llevar a cabo importantes reformas y tomar decisiones que permitan la renovación del país.

Los escenarios que se abren ahora en forma de resultados se pueden agrupar, bajo el punto de vista económico, en dos posibilidades. La primera y que a priori gozaría de mayores visos de ocurrir sería la de la victoria de algunos de los partidos, incluido Syriza, que están a favor de permanecer en el euro y que les permita formar Gobierno en coalición. La segunda, que en principio y a falta de encuestas parece la menos posible, es que las urnas den la victoria a alguno de los partidos, ya sea el de la escisión del ala más izquierdista de Syriza o Amanecer Dorado y que al final conduzca a una salida de Grecia del euro y la vuelta al dracma.

No es una simplificación ver los comicios bajo la dicotomía: euro o dracma, puesto que el rescate griego ha sido diseñado para dejar muy poco margen de maniobra al Ejecutivo griego. El memorándum bajo el cual se concede la ayuda al país heleno nada tiene que ver con los previos de Portugal o Irlanda, mucho menos con la ayuda financiera concedida por la Unión Europea a España para la reorganización de su sector crediticio. En este caso los socios europeos, y después de los quiebros realizados por Syiriza durante estos meses de negociaciones, han llevado a los países europeos a ser muy estrictos. Me atrevería a decir que Grecia en estos momentos está intervenido, con un margen de maniobra muy pequeño en materia económica, siempre que quiera seguir contando con el euro como divisa. El ajuste no va a ser amigable para la población griega; sin embargo, la estructura económica de aquel país necesita del mismo. El pilar básico de una agencia tributaria efectiva y que combata el desorden y el agujero tributario reinante durante mucho tiempo en aquel país; la implementación de un instituto estadístico totalmente independiente que permita conocer cuál es la situación del país y de esa forma tomar decisiones.

Reformas totalmente necesarias todas que conciernen a aspectos tan importantes como pensiones, mercado laboral y dinamización de la competencia de los mercados internos del país, no es ningún capricho europeo ni alemán. Por supuesto, no debemos olvidar el aspecto de la capitalización de una banca que sin los nuevos recursos estaría quebrada. Pero después de este periplo estaría prácticamente la refundación económica de una Grecia que sin la misma estaría abocada al fracaso continuo como país y que seguiría propiciando dos sociedades: por una parte, la de los castigados y golpeados económicamente de forma permanente; por la otra, la de los evasores de capital y de impuestos que viven muy bien, con el dinero además en euros y fuera de su país. Desde luego en los tiempos actuales y más dentro de la Unión Europea, esta dicotomía no parece posible.

Frente a esta agenda u hoja de ruta que como digo no deja mucho lugar para la gestión nos encontramos con los que llevarían a Grecia a romper los acuerdos y volver al dracma. Son los partidos que apuestan por una Grecia bipolar, ya saben los que tienen el dinero dentro o fuera del país así como la posibilidad de evadir impuestos. A ellos les gustaría volver al dracma, una divisa que en el momento de ser acuñada nacería con una importante devaluación, puede ser de entre un 60 y un 70 por ciento, por lo que la inflación se alzaría como mínimo a niveles del 20 o 30 por ciento al menos durante el primer año, golpeando aún más a las clases menos pudientes. Un país que debería cerrar sus bancos quebrados, ahondando en el corralito y haciendo la vida más difícil a pensionistas, trabajadores por cuenta ajena y parados. Como siempre, los votos decidirán.

*Profesor y coordinador del Departamento de investigación del IEB