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EEUU, con sólo 30.000 millones en caja, podría suspender pagos en unos días

La Razón
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El Tesoro de Estados Unidos ha comenzado la semana con apenas unos 30.000 millones de dólares en sus arcas y deberá hacer frente en la segunda mitad del mes a pagos de intereses, gastos sociales o de defensa para los que necesitará pronto un aumento de su techo de endeudamiento.

El Departamento del Tesoro ha fijado la fecha límite para aumentar el límite autorizado de endeudamiento -situado actualmente en los 16,7 billones de dólares- en el 17 de octubre.

Dependiendo de los ingresos fiscales que obtenga el gobierno federal (de unos 6.000 millones diarios), el impacto más grave para los ciudadanos de una suspensión parcial de pagos podría retrasarse algunos días, pero el consenso entre los expertos es que el 1 de noviembre, si no hay acuerdo en el Congreso, Estados Unidos no podrá hacer frente a un gran volumen de obligaciones.

Con independencia de los efectos sobre las familias y las empresas, cuanto más se acerque la fecha límite, mayor será el daño en términos de confianza en la economía estadounidense.

Si se produce, sería la primera suspensión de pagos de la historia de EEUU y desencadenaría las dudas de los mercados internacionales sobre la fiabilidad de la deuda pública del país e incluso sobre la seguridad del dólar como moneda de reserva.

En ausencia de autorización del Congreso, el Tesoro deberá decidir, en las próximas semanas, qué abonos realizar con el dinero disponible en la caja y cuáles retrasar.

El presidente, Barack Obama, ha recordado insistentemente que aumentar el techo de endeudamiento no significa autorizar nuevos gastos, sino permitir al Tesoro emitir la deuda necesaria para pagar los gastos que ya fueron aprobados en su momento por el Congreso.

Los republicanos, no obstante, quieren aprovechar la oportunidad para obtener del Gobierno demócrata un compromiso firme de reducción de los gastos.

EEUU debe hacer frente este mismo viernes al pago de servicios de Medicaid (el cuidado sanitario para las personas de bajos ingresos), prestaciones por desempleo, pensiones y salarios de funcionarios.

Según los cálculos del Bipartisan Policy Center, eso ya agotaría gran parte del dinero disponible, aunque probablemente los pagos podrían retrasarse y quedarían otros fondos por ingresos fiscales en las arcas públicas.

Un desacuerdo en el Congreso para permitir aumentar la capacidad de endeudamiento tendría más consecuencias en el día a día de los estadounidenses que el cierre parcial de la Administración federal, en vigor desde el 1 de octubre por falta de acuerdo sobre el presupuesto anual o un presupuesto temporal.

El 25 de octubre, el Tesoro debe desbloquear fondos para los cupones de alimentos, de los que dependen 47 millones de estadounidenses, y sin un aumento del techo de endeudamiento este programa sufriría retrasos.

Alrededor de esa misma fecha, Estados Unidos deberá hacer frente a pagos importantes a los contratistas del Pentágono, un monto que podría rondar los 2.000 millones de dólares.

El 31 octubre el Tesoro tiene previsto abonar 6.000 millones de dólares en el pago de intereses de la deuda a inversores nacionales e internacionales.

Hasta aquí, los analistas de mercados consideran que el Tesoro podría maniobrar para satisfacer los pagos, pero el verdadero pánico, si el Congreso o el Ejecutivo no actúan de emergencia, se desencadenaría el 1 de noviembre.

Ese día, Estados Unidos no podrá abonar los 58.000 millones de dólares en pagos a la Seguridad Social, Medicare (sanidad pública para jubilados y discapacitados), salarios de militares, beneficios a veteranos, prestaciones a minusválidos y otras ayudas y salarios.

El temor es que, además de dejar a familias enteras sin ingresos esenciales para su día a día, las agencias de calificación bajen la calidad de la deuda soberana estadounidense, las bolsas se desplomen y se ponga en serio riesgo la recuperación no solo de EEUU, sino de la economía global.

En el verano de 2011, Estados Unidos se acercó al precipicio de la suspensión de pagos por el mismo problema y, aunque hubo acuerdo en el último momento para elevar la capacidad de empréstito, Standard & Poor's despojó a la primera economía mundial de la preciada triple A.