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Egipto, al borde del colapso

La falta de estabilidad política provoca más pobreza e inseguridad

Decenas de manifestantes intentaron ayer destruir uno de los muros erigidos cerca del Parlamento y de la sede del Consejo de Ministros, en el centro de El Cairo
Decenas de manifestantes intentaron ayer destruir uno de los muros erigidos cerca del Parlamento y de la sede del Consejo de Ministros, en el centro de El Cairolarazon

Pese a que hoy se cumplen dos años de la revolución que obligó a Hosni Mubarak a abandonar el poder, los egipcios no han visto mejorar sus condiciones de vida ni han conseguido ese pan que pidieron en las calles durante los 18 días de protestas, y temen que lo peor esté aún por venir con la economía al borde del colapso. Desde el 25 de enero de 2011, las finanzas egipcias no han hecho más que empeorar debido principalmente a la inestabilidad política y la situación ha degenerado en los últimos meses debido a la falta de medidas concretas para hacer frente a los graves problemas, que ya existían y que se han acrecentado por el parón de la actividad económica. Los jóvenes egipcios, que cuando cayó el ex dictador bajaron a la calle para celebrar, cantando «Nos vamos a casar», están ahora más desempleados que entonces y sin esperanzas de poder encontrar un trabajo y poder formar una familia en los próximos meses.

El sector del turismo, que era de los más importantes a la hora de generar empleo, ha perdido más de 200 millones de dólares al día desde la revolución y los expertos auguran que no conseguirá recuperarse en 2013. El turismo era fundamental porque proporcionaba las divisas extranjeras que Egipto necesita para sustentar su sistema bancario y presupuestario, y de las que ya ha gastado un 60% desde que comenzó la revolución hace dos años.

El Banco Central egipcio lanzó la alarma a principios de año: las reservas de divisas están en niveles mínimos y críticos. Por ello, el organismo ha empezado a tomar una serie de medidas para preservar las pocas reservas que quedan y se ha visto obligado a dejar fluctuar «libremente» la moneda local, que no ha hecho sino perder valor frente al dólar desde entonces. El Banco Central había conseguido evitar una depreciación de la libra en los últimos dos años, pero para ello se ha gastado buena parte de las reservas de divisas, fundamentales para pagar las importaciones de bienes básicos como el trigo.

La depreciación de libra egipcia y la falta de divisas han desatado los rumores y los temores a una crisis monetaria han llevado a que muchos egipcios saquen su dinero del banco y se deshagan de la moneda local. El Banco Central ha conseguido mantener a flote la economía hasta ahora, pero, llegados a este punto dramático, los analistas coinciden en que la única salvación es conseguir el préstamo de 5.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI), para restablecer la confianza de los inversores e inyectar liquidez al sistema. El préstamo ha sido pospuesto en numerosas ocasiones durante el pasado año 2012 debido a la incertidumbre política.

Sobrevivir con préstamos

La última vez, en el mes de diciembre, el Gobierno de los Hermanos Musulmanes pidió al FMI una prórroga, porque no podía permitirse llevar a cabo las impopulares medidas que el organismo le exige a cambio del dinero: subir los impuestos y tasas, y recortar los subsidios, lo cual tendría un efecto inmediato sobre la población. Las negociaciones para obtener ese préstamo fueron reanudadas a principios del mes de enero, pero todavía tendrán que pasar meses para que se concrete la ayuda. El Fondo Monetario Internacional se dijo dispuesto a seguir apoyando a Egipto, pero también pidió al Gobierno que presente y defienda ante la población el plan de ajuste «como si fuera suyo». El presidente Mohamed Mursi y el primer ministro, Hisham Qandil, todavía no ofrecen signos de poder ni querer hacerlo, y probablemente prefieran esperar hasta las elecciones parlamentarias de febrero, para no pagar el precio político. Mientras, Egipto sobrevive con la ayuda aportada por Qatar, que ha prometido doblar los préstamos y donaciones, hasta alcanzar los 4.000 millones de dólares.

En medio de este panorama de pobreza, escalada de precios y aumento de la inseguridad, hoy se han convocado hasta cuatro manifestaciones para conmemorar los dos años de la revolución y se teme que se puedan producir estallidos de violencia. Las discrepancias entre los distintos grupos sociales se acrecientan en Egipto y cada vez son mayores las diferencias entre los partidarios de los Hermanos Musulmanes y quienes consideran que los islamistas se han apoderado de la revolución laica que la Primavera Árabe aspiró a ser en algún momento.