Elecciones en Egipto
Egipto avala la «hoja de ruta» de los militares
Tal y como estaba previsto, el «sí» ha ganado en el referéndum constitucional egipcio. Lo ha hecho con un porcentaje aplastante que supera el 95%, aunque los datos aún no son oficiales.
Tal y como estaba previsto, el «sí» ha ganado en el referéndum constitucional egipcio. Lo ha hecho con un porcentaje aplastante que supera el 95%, aunque los datos aún no son oficiales. Sin embargo, los medios locales han ido publicando en las últimas horas el recuento de una votación que más que dar la bienvenida a la nueva constitución es un voto de confianza para el gobierno interino y los militares, siete meses después del golpe de estado contra los Hermanos Musulmanes.
Además de este apoyo indiscutible, las autoridades necesitan también una amplia participación para legitimarse en el poder y, sobre todo, una participación que supere la que se registró en el referéndum sobre la constitución islamista del año 2012, que se situó en torno al 30%. Según un recuento no oficial, este objetivo también habría sido conseguido por el nuevo régimen, ya que la participación estaría cerca del 40%, y aunque no alcanza las expectativas del 70 u 80% que había expresado el Gobierno en las semanas pasadas, es un buen dato para un referéndum en Egipto.
Éste ha sido considerado un éxito, tanto en términos de resultados como de desarrollo del proceso, durante el cual no han sido denunciadas graves irregularidades ni fraude electoral. Habrá que esperar a que se conozcan los informes de los observadores locales, debido a la ausencia de misiones internacionales. El Centro Nacional de los Derechos Humanos egipcio ya anunció que el voto había sido transparente y que las incidencias registradas no afectan a la totalidad del proceso. Asimismo, el gubernamental Consejo Nacional de la Mujer ha destacado la alta participación de las egipcias, que fueron las votantes más entusiastas y más ruidosas, cantando, bailando e incluso aullando en muchas colas de los colegios electorales los pasados martes y miércoles.
Los resultados, en los que el «no» es irrelevante, dejan claro que no hubo espacio para el disenso y no existió una alternativa real para los votantes, que fueron a las urnas principalmente para mostrar su apoyo al Gobierno y al general Abdel Fatah al Sisi. Los que discrepan con las autoridades y el rumbo que ha tomado el país simplemente no acudieron a votar, como es el caso de los jóvenes, que en su mayoría boicotearon la «democracia» ofrecida por los militares.
Los analistas coinciden en que el voto fue un espaldarazo a favor de la estabilidad: los egipcios buscan ante todo recuperar la normalidad en su día a día, marcado por los enfrentamientos entre el Estado y los islamistas, y sobre todo, necesitan una mejora de la economía, afectada por tres años de difícil y sangrienta transición. Los depuestos Hermanos Musulmanes han amenazado con seguir protestando, después de que centenares de sus seguidores fueran arrestados en los dos días de votaciones, acusados de intentar sabotear el proceso electoral. La abstención en las urnas no es sólo un indicador de la popularidad que aún tienen los islamistas, sino también del hartazgo de los egipcios, que han acudido a votar varias veces desde la revolución de 2011: éste era su tercer referéndum constitucional. Aun así, unos 20 millones de los 53 que estaban llamados a las urnas acudieron al colegio electoral, una vez más, para depositar su voto.
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