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Aniversario

El ejército de EEUU cumple 250 años: cómo un milicia colonial se convirtió en una máquina militar

Ha sido siempre la punta del iceberg del patriotismo y los mitos amplificados por Hollywood. Sin embargo, no está exento de una historia oscura y poco glamurosa

El portaaviones «George Washington» encabeza los ejercicios militares larazon

La historia estadounidense está intrínsecamente ligada a la de su Ejército, cuyas ambiciones y conflictos siempre han influido y determinado las transformaciones políticas y sociales del país, hasta convertirse en un actor central de la política nacional y mundial. Fundado oficialmente el 14 de junio de 1775 por el Segundo Congreso Continental para luchar contra Gran Bretaña, su primer comandante en jefe, George Washington, también fue el primer presidente de Estados Unidos.

Durante la Guerra de Independencia, las milicias coloniales vencieron a las tropas británicas empelando una guerra de guerrillas que, luego, en el siglo XX, cuando se convirtió en el Ejército de la mayor superpotencia, serían su mayor quebradero de cabeza, y el motivo de las grandes derrotas de su historia. Especialmente, las guerras de Vietnam y Afganistán.

Las Fuerzas Armadas estadounidenses siempre han sido la punta del iceberg del patriotismo y los mitos amplificados por Hollywood. Sin embargo, no están exentas de una historia oscura y mucho menos glamurosa. Durante el siglo XIX, fueron utilizadas como picadora de carne de las tribus nativas durante la expansión Occidental hacia el oeste; el arma ejecutora del conocido como "destino manifiesto" para poblar un continente que hacía milenios que estaba ocupado por pueblos indígenas. Luego, el Ejército fue el ariete en las guerras de 1812 contra el Reino Unido y México (1846–1848), donde se anexionó nuevos territorios.

El punto más crítico de su historia llegó con la Guerra Civil (1861–1865). El conflicto entre la Unión y los estados secesionistas del Sur lo fracturó de raíz. Eso se evidenció en la Academia Militar y alma mater del Ejército, West Point. Los generales se enfrentaron entre sí. El héroe de la guerra mexicana, Robert E. Lee, se convirtió en su mayor enemigo. Al final venció el general que pasó de ser un tendero con problemas de alcoholismo al mejor presidente estadounidense de la historia, Ulises S. Grant. La Unión se mantuvo y comenzó un proceso de profesionalización que, en el siglo XX, se disparó con las guerras mundiales hasta convertirse en la fuerza militar más poderosa jamás creada.

En 1917, la llegada del Ejército estadounidense a las trincheras francesas ayudó a los aliados a vencer en la Primera Guerra Mundial. En la Segunda, alcanzó el estatus de fuerza planetaria con 8 millones de soldados. Combatió en Europa, África y el Pacífico. Sin embargo, la confrontación con el otro gran vencedor del conflicto, Rusia, lo lanzó a la Guerra Fría (1947-1991). La Unión Soviética perdió la partida, pero los años del telón de acero sacaron la peor cara del Ejército norteamericano. La de Vietnam (1965–1973) casi quebró su espíritu. Los soldados ya no volvían a casa como héroes. El mundo cambió.

La Guerra del Golfo, en 1991, fue el preludio del evento que marcaría las próximas décadas de su historia. Los atentados del 11 de septiembre de 2001 dieron inicio a las guerras de Afganistán (2001–2021) e Irak (2003–2011), marcadas por insurgencias y prolongadas ocupaciones. La huida de Kabul dejó la caída de Saigón en un juego de niños. Tras veinte años combatiendo, el Ejército estadounidense fue derrotado por la tenacidad y crueldad yihadista, que ha vuelto a prosperar en Afganistán y, sin duda, supondrá un futuro riesgo cuya confrontación será difícil de evitar.

Los desafíos del siglo XXI

En la última década, el Ejército ha modernizado sus capacidades, integrando la inteligencia artificial, los drones, la guerra cibernética, la futura robotización y la expansión fuera de la Tierra. También se ha enfrentado a debates sobre su papel global, el presupuesto militar y la necesidad de adaptarse a nuevas amenazas, como el terrorismo o la carrera armamentística con Rusia y China.

Pekín es el nuevo gran competidor. La vastedad de sus fuerzas armadas y su modernización acelerada, especialmente el desarrollo de misiles hipersónicos y las capacidades cibernéticas, son un enemigo para temer. Sobre todo, por sus ambiciones en Taiwán y la expansión por el corredor comercial del Indo-Pacífico, cuyo control puede convertir a China en el poder global reinante. Además, la aparición de la IA y la robótica han iniciado una nueva carrera armamentística a nivel logístico, de análisis y combate. Por ello, la ciberseguridad y la guerra híbrida para blindar sus vulnerabilidades frente a ataques cibernéticos a infraestructuras críticas, redes militares y civiles, son ahora el gran quebradero de cabeza del Ejército estadounidense. En este sentido, la desinformación y los ciberataques Rusia suponen una amenaza real.

Sin embargo, en su 250 aniversario, la gran pregunta en el ambiente es qué papel jugará en la Administración del presidente, Donald J. Trump. La Posse Comitatus Act de 1878 prohíbe al Ejército participar en funciones de aplicación de la ley interna, a menos de que el Congreso lo autorice, para evitar que sea utilizado como un arma de represión. Los últimos eventos en Los Ángeles, y los disturbios que se prevé sucedan en nuevos estados, ¿podrían llevar a Trump a saltarse esa gran línea roja? ¿Qué consecuencias tendría eso en el Ejército? Las Fuerzas Armadas estadounidenses son un reflejo de su sociedad. La polarización política en las calles e instituciones también se vive entre sus filas. La dicotomía entre el patriotismo constitucional o la fidelidad hacia el comandante en jefe pronto las puede poner ante la prueba más dura de su historia.