Irlanda del Norte
El ascenso del Sinn Féin redibuja la política de Irlanda del Norte
La ajustada victoria de los unionistas obliga a una dura negociación.
La ajustada victoria de los unionistas obliga a una dura negociación.
El Sinn Féin se convirtió ayer en el gran protagonista de las elecciones en Irlanda del Norte, donde la participación de casi un 65% fue la más alta desde el Acuerdo de Paz de Viernes Santo en 1998, con el que se puso fin al sangriento conflicto. Los republicanos tan sólo se quedaron a 1.168 votos de una victoria histórica. Consiguieron 27 escaños, frente a los 28 del Partido Unionista Democrático (DUP), que se quedó por debajo de los 30 asientos que le habían asegurado hasta ahora el derecho a veto en la Asamblea para oponerse a cuestiones sociales como el matrimonio homosexual, el aborto o la política lingüística.
Se trata de la primera vez que los unionistas no consiguen mayoría absoluta en Stormont, una situación que no sólo refleja un cambio significativo en la sociedad norirlandesa, sino que da impulso a los católicos para retomar su objetivo histórico: la reunificación de la isla. Con el Brexit, ninguna de las formaciones políticas quiere ahora el restablecimiento de una frontera estricta con la República de Irlanda, pero el Sinn Féin podría dar un paso más solicitando la convocatoria del temido referéndum para unificar norte y sur.
En virtud de los acuerdos de Stormont, el ministro británico para Irlanda del Norte tiene poderes para convocar un referéndum sobre la reunificación de la isla «si hay evidencias que confirman un cambio en la opinión pública sobre su estatuto constitucional». La posibilidad de un plebiscito coincide con la amenaza independentista de la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, que tras el Brexit no descarta preguntar de nuevo a los escoceses sobre su futuro en Reino Unido.
El Acuerdo de Paz obliga a la formación de gobiernos de coalición entre los partidos católicos y protestantes más votados. Con todo, el Sinn Féin ya ha advertido de que no compartirá el poder con el DUP hasta que ambas partes negocien un programa de gobierno radicalmente diferente al anterior. Si no consiguen formar gobierno en tres semanas, la provincia pasaría a ser gobernada directamente desde Londres, como ya ocurrió entre 2002 y 2007, en el peor momento del conflicto.
El Partido Social Demócrata Laborista (12 diputados), el Partido Unionista del Ulster (UUP, 10 diputados) y el Partido de la Alianza (8), se repartían el resto del mapa electoral. La derrota del líder del UUP Mike Nesbitt, en su feudo de Stangford, obligó a su dimisión. «Creo que es un gran día para la igualdad, es un gran día para la democracia», declaró la nueva líder del Sinn Féin, Michelle O’Neill, tras sus primeros comicios al frente del veterano partido que durante años dirigió el histórico McGuinness, comandante del ya inactivo IRA.
Por contra, Arlene Foster, al frente del DUP, podría ser ahora cuestionada, pues los resultados avalan la posición de los nacionalistas respecto a su incapacidad para encabezar el próximo Ejecutivo hasta que se aclare su implicación en un caso de corrupción en la política de energías renovables.
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