Venezuela
El chavismo teme una conjura interna para acceder al poder
El «asalto» de los rebeldes llegaría a mediados de enero
Durante estos días hemos escuchado hablar al vicepresidente, Nicolás Maduro, mucho más que en los 10 años de carrera que lleva junto a Hugo Chávez. El ex sindicalista se esfuerza por parecer carismático y presidenciable, pero lo cierto es que, con su benefactor enfermo, el ala dura de su partido, el PSVU, podría destronarlo. La parafernalia montada en la alocución en cadena nacional de Chávez el 8 de diciembre permitía suponer que por su grave enfermedad le transferiría todo el mando temporalmente a su vicepresidente.
El mandatario prefirió una fórmula ambigua, que no existe en la Carta Magna: designó a su subalterno sucesor y próximo candidato presidencial del oficialismo. Las razones por las que Chávez no le transfirió al vicepresidente todas las competencias tienen que ver con la situación interna del PSUV. «La fracción que respalda a Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea, se tragó como un purgante que el comandante se inclinara a favor de Maduro, pero a cambio de que no se le otorgaran formalmente las competencias del presidente de la República», asegura a LA RAZÓN el analista venezolano Trino Márquez. La negociación debe de haber sido difícil. Cabello controla el partido y ha cultivado una relación ancestral con la Fuerzas Armadas. Su fuerza no emana tanto de su cercanía y lealtad a Chávez, como del esfuerzo sostenido por construir su propia base de poder. Una demostración de esta plataforma fue su firme negación a ser candidato a la gobernación de Monagas, a pesar de que Chávez lo había designado. El amotinamiento de Diosdado fue una clara demostración de su fortaleza intrínseca. «El discurso sumiso de Cabello en la Asamblea Nacional cuando se le concedió el permiso a Chávez para que viajase a la Habana, hay que entenderlo como una operación de camuflaje dirigida a manifestar una exagerada lealtad al jefe, con el fin de no levantar sospechas sobre los pasos que dará para atacar a su adversario interno», aclara a LA RAZÓN una fuente del PSVU que prefiere guardar el anonimato.
El asalto al Palacio de Miraflores podría llegar la segunda quincena de enero, si Chávez no toma posesión, algo que desde el ala dura de chavismo ya dan por sentado.
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