Mursi refuerza su autoritarismo y niega el fraude

La Comisión Electoral egipcia confirmaba ayer lo que ya había adelantado el Gobierno de los Hermanos Musulmanes y lo que la oposición temía: la nueva Constitución ha sido aprobada en referéndum con un 63,8% de apoyos. A pesar de que el texto es rechazado por la mayoría de las fuerzas políticas y grupos sociales egipcios, y de que sólo el 32,5% de los ciudadanos acudieron a las urnas, los islamistas en el poder lo acabarán imponiendo. Las autoridades encargadas del referéndum –celebrado en dos rondas los pasados 15 y 22 de diciembre– aseguraron ayer haber estudiado todas las quejas presentadas, a pesar de haber tenido poco más de dos días para hacerlo, y rechazaron las acusaciones de fraude electoral. La Comisión hizo especial hincapié a la hora de negar que algunas mesas electorales no fueron presididas por jueces, sino por simples funcionarios e incluso por un tapicero, tal y como denunciaron los medios locales. La credibilidad del referéndum está puesta en duda por el boicot de un gran número de jueces, encargados de supervisar las urnas. El presidente egipcio, Mohamed Mursi, mantiene un conflicto abierto con la judicatura desde hace meses que ha deslegitimado el proceso de votación de la Carta Magna, ya de por sí en cuestión porque fue redactada por los islamistas en solitario.

«Los Hermanos Musulmanes sólo pueden gobernar y funcionar en un sistema autoritario», explica a LA RAZÓN el abogado pro derechos humanos Amr Ismail. «A través de las urnas están estableciendo una especie de sistema autoritario democrático», asegura. Según él, los islamistas confían en que seguirán ganando cada vez que haya una cita con las urnas, aunque estas victorias no sean absolutas. El problema para Mursi es que va perdiendo rápidamente el apoyo popular y le será cada vez más difícil gobernar en un país sumamente dividido. Para Ismail el gran fracaso es que el Gobierno islamista «no está haciendo frente a los desafíos que tiene por delante».