Historia

Rusia

El deseo colonial que no se esfumó tras la caída de la URSS

La sociedad rusa sigue viendo la desintegración de la URSS como un desastre nacional

La Razón
La RazónLa Razón

Desde que cayera la Unión Soviética se mantiene un debate sobre las causas que propiciaron su debacle. Las más citadas son la bancarrota de la economía socialista, combinada con la caída de los precios del petróleo, la revuelta de las masas contra un sistema autoritario o los costes inasumibles de la carrera armamentística. En Rusia, hoy, muchos creen que las políticas de Gorvachov fueron un resultado de la traición, dado que él y sus amigos más cercanos eran agentes de Occidente. Pero la causa más importante rara vez atrapa la atención de los expertos. Puede que me equivoque, pero podría argumentar que el colapso de la Unión Soviética no fue más que un acto de descolonización. La Unión era la heredera del Imperio Ruso, imperio muy similar a los coloniales europeos, pero también muy diferente a ellos. Como los europeos, los rusos comenzaron sus aventuras colonizadoras en el siglo XVI, y mientras que los españoles y los portugueses invadieron América, los rusos colonizaron Siberia.

Esta ola de colonización se extinguió tanto para unos como para otros en el siglo XVIII, pero de diferentes maneras: las colonias europeas se rebelaron y se convirtieron en estados independientes mientras que las colonias rusas se mantuvieron como una parte integral del país. En el siglo XIX, de nuevo en línea con los europeos que invadieron África y Asia, los rusos tomaron el Cáucaso y Asia Central, pero para ambos las tierras no fueron realmente colonizadas, sólo dominadas a través de medios militares: no eran colonias, eran posesiones. Después de la Segunda Guerra Mundial, las potencias europeas se dieron cuenta de que las posesiones que habían adquirido en el siglo XIX se habían vuelto demasiado costosas como para mantenerlas. Los británicos fueron los más realistas y disolvieron su imperio de manera pacífica; los franceses y los portugueses fueron menos listos, así que pasaron por varias guerras periféricas. Pero el resultado fue claro: las posesiones ganaron su independencia. Por aquel entonces, la URSS era fuerte defensora de la descomposición de los imperios coloniales, olvidando que ella era una más, dado que no había más en común entre los rusos y los uzbecos que entre los españoles y los filipinos.

Así que al final de los años 80, la URSS estaba compuesta de la «Rusia histórica»: la colonia siberiana, las posesiones militares de Asia central y el Cáucaso, Ucrania y las repúblicas bálticas ocupadas antes de la Segunda Mundial. A la par que las reformas constitucionales permitieron la libre expresión y la reflexión sobre la historia sin centrarse a en Rusia, el final de la historia estaba anunciado. No fue sólo que la gente de la periferia se obsesionara con la idea de la independencia, sino también estaban seguros de que a su propio país le iría mucho mejor sin todas esas repúblicas que recibían mucha asistencia económica de Moscú. Así que los nacionalismos se convirtieron en la fuerza principal detrás del declive del imperio.

Lo que pasó después se parece a los eventos que sucedieron a la descomposición de todos los imperios coloniales. Primero, la calidad de vida en las naciones que acaban de alcanzar la independencia estuvo por debajo de la de las metrópolis. Segundo, los rusos huyeron (o fueron expulsados) en grandes números de las antiguas repúblicas. Tercero, la cultura rusa ha sido olvidada en las nuevas naciones. Cuarto, la antigua periferia soviética está convirtiéndose ahora en un territorio de una competición cruenta entre o bien Rusia y la Unión Europea o bien Rusia y China, que las declaran sus «zonas de interés». La Unión Soviética supuso una gran fuerza colonial, heredando parcialmente las posesiones del Imperio Ruso y reclamándolas parcialmente en el siglo XX.

Tomando en consideración la naturaleza extremadamente compleja del estado soviético, era difícil de creer que pudiera sobrevivir al aumento de las identidades nacionales y a los movimientos de soberanía. La tesis está probada en el desarrollo de los estados post-soviéticos, donde los nuevos líderes intentaron gobernar sus naciones de una manera casi imperial y el resultado llegó como futuras divisiones y proclamaciones de estados independientes (muchos todavía no reconocidos). De esta manera, la Unión Soviética no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir, como no la tenían ni el Imperio británico ni el francés.

¿Cuál es, entonces, la diferencia entre el colapso de la Unión Soviética y el de los imperios coloniales europeos? Diría que dado que el Imperio Ruso era considerado territorialmente como un sólo estado (como lo era la Unión Soviética), su colapso se ha vivido como un «desastre nacional», y por eso hay un sentimiento mucho más nostálgico en la sociedad rusa.

Entre los europeos, no tendría sentido que Bélgica quisiera recuperar el control de Zaire (actual República Democrática del Congo), sin embargo, entre los rusos no resulta extraño que su Gobierno quisiera invadir Crimea. La idea de la integración «euroasiática» que una de nuevo a Rusia y a Tayikistán parece tan extraña para los europeos como la de que Reino Unido quisiera salir de la UE para establecerse como un «estado unitario» con Sudán. Pero el hecho es indisputable: los rusos todavía valoran los esfuerzos de recrear el imperio, y debería ser considerado como una amenaza real en el orden internacional existente. Para finalizar, me concentraré en un tema mucho más importante para la Rusia de hoy en día. Siberia, que constituye el 70% de sus exportaciones y el 75% de los ingresos de su Gobierno, lo mismo que Brasil contribuía a la corona portuguesa antes de las guerras napoleónicas. Así que, considerando el colapso soviético como un acto de descolonización, sería mucho mejor para Moscú tratar de ocuparse de su colonia restante, que recapturar las posesiones perdidas.

*Director del Centro de Estudios Postindustriales de Moscú